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El Primer Trasplante de Mano

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«Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño (Eclesiastés 9:10, NVI).

¿Te imaginas vivir sin tus manos? Piensa en todas las cosas que serían difíciles de hacer: atarse los zapatos, servirse un plato de cereal, aplaudir después de una actuación musical... Y si perdieras las manos, ¿qué estarías dispuesto a hacer para conseguir unas nuevas?

Matthew Scott, de Absecon, Nueva Jersey, Estados Unidos, lo sabe muy bien. Debido a un accidente con un juego pirotécnico que sufrió en 1995, Matthew perdió una mano, y pasó trece años sin esa extremidad. Durante cuatro años tuvo que llevar un brazo protético. Entonces, el 25 de enero de 1999, el doctor Warren Breidenback y un equipo de cirujanos de Louisville, Kentucky, le hicieron el primer trasplante de mano con éxito del mundo. Utilizando una mano, una muñeca y una parte del antebrazo de un donante, los médicos las fijaron al hueso del brazo de David con placas metálicas y conectaron nervios y arterias con pequeños puntos de sutura. La operación duró unas agotadoras quince horas, pero Matthew volvió a tener mano. ¡Es increíble!

La mano humana es una de las herramientas más increíbles de toda la creación de Dios. Hecha de hueso, músculo y piel, es una maravilla. Una mano puede dibujar círculos en la arena, trazar constelaciones en el cielo nocturno y dirigir el tráfico. Puede señalar acusadoramente a un enemigo o llamar a un amigo. La mano puede enhebrar una aguja, romper un huevo, pasar las páginas de este libro y clavar clavos. Las manos hábiles pueden tocar el piano, pintar una obra maestra o realizar una operación quirúrgica como hizo el doctor Breidenback y su equipo de cirujanos. Las manos pueden refrescar una frente febril o quitar una vida. Pueden acariciar a un bebé, hacer una escultura, atrapar un balón de fútbol, escribir un trabajo de investigación, firmar un documento y orar.

Caín utilizó sus manos para matar a su hermano. Abraham utilizó sus manos para dar la bienvenida a desconocidos que resultaron ser ángeles. Moisés utilizó sus manos para sacar a los israelitas de la esclavitud en Egipto. El rey Saúl utilizó sus manos para arrojar una lanza a David con rabia demoníaca. David utilizó sus manos para acariciar el rostro de la esposa de otro hombre. Daniel usó sus manos para orar, incluso bajo pena de muerte. Jonás usó sus manos para limpiarse la grasa de ballena de la cara. María usó sus manos para mecer a su bebé hasta que se durmiera. Y Jesús...

Jesús usó sus manos para sanar a un ciego, a un leproso, a una prostituta avergonzada, a un muerto y a un mundo al permitirnos clavar esas mismas manos en una cruz. ¿Cómo vas a usar tus manos hoy?

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