El Asalto al Tren

Uno de los robos más atrevidos de nuestro tiempo fue el asalto al tren de 1963 en Gran Bretaña. A través de una logística bien planificada, Bruce Reynolds y su banda de ladrones lograron detener un tren postal cargado de dinero en efectivo de bancos de Escocia e Inglaterra. Abordaron el tren, lo requisaron y obligaron al maquinista a detenerlo en un lugar donde pudieron descargar los sacos, que contenían el equivalente a 56,000,000 de dólares de hoy. La mayoría de los asaltos a trenes ocurrían en la época del Viejo Oeste, con ladrones que perseguían los trenes a caballo. Esta vez, no. Sorprendentemente, la banda de quince miembros desapareció, dejando un rastro de preguntas sin respuesta. ¿Quiénes eran aquellos hombres? ¿Cómo lograron el robo del siglo sin usar una sola pistola? ¿Cómo escaparon?

Al principio, la policía estaba completamente perpleja, abrumada por la asombrosa cantidad de dinero en juego, así como por la falta de pistas sólidas. Pero a los pocos días de iniciada la investigación, una pista anónima los condujo a una granja cercana al lugar del robo. La banda había utilizado el lugar como escondite, y le habían pagado en efectivo a un hombre para que la limpiara de cualquier evidencia de su estadía. El hombre aceptó de buen grado el dinero, pero los traicionó. Dejó muchas pistas reveladoras de su presencia, como un tablero de juego del Monopoly cubierto con sus huellas dactilares. La investigación se desarrolló rápidamente y un miembro de la banda tras otro fue esposado. Doce de los quince ladrones fueron condenados a prisión en este día de 1964, con penas que sumaban más de 300 años de cárcel. Reynolds, considerado el cerebro del atraco, evadió la detención durante unos años, pero finalmente fue llevado ante la justicia en 1969. Los años posteriores al robo fueron tumultuosos para estos hombres. La mayoría languideció en la cárcel, mirando todos los días las mismas paredes monótonas. Otros escaparon, solo para ser recapturados. Los que no fueron capturados se vieron obligados a mirar constantemente a todos lados, viviendo con el temor de ser capturados. ¿Valía la pena el dinero? ¿Merecía la pena cambiar su libertad por bolsas y bolsas de dinero?

Cuando conozcamos realmente a nuestro Creador y la asombrosa libertad que nos ofrece, lo último que querremos hacer será poner en peligro esa libertad, que solo llega a través de la amistad con él. Viviendo en la confianza y la seguridad que él nos proporciona, nunca tendremos que experimentar la verdad de que nuestros pecados nos alcanzarán.