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Su madre murió cuando él tenía tres años. Su padre era duro y a veces cruel. Faltaba a la escuela y no obedecía a la autoridad. Su hermana lo crió hasta que su padre se volvió a casar. Se alistó en la Marina, pero no le gustó y desertó unos meses después. John Dillinger.
A los veintiún años, fue encarcelado por un atraco. Allí se hizo amigo de unos tipos que le enseñaron el oficio de ladrón de bancos y le prometieron hacerlo miembro de su banda si todos escapaban. Después de ser liberado, ayudó a elaborar el plan que sacó de la cárcel a sus amigos, y ellos cumplieron su promesa. La vida era emocionante. La vida era buena. Al menos eso es lo que pensaba Dillinger. Se convirtió en uno de los bandidos más famosos de la historia de los Estados Unidos, y terminó siendo declarado enemigo público número uno por el fiscal general.
Dillinger y su banda perpetraron una serie de atracos a bancos a plena luz del día. En uno de los casos, la gente se paró en la acera y observó con sonrisas (¿con admiración y horror?) cómo la banda fingía ser parte de una compañía cinematográfica que buscaba localizaciones para una escena de robo de un banco, y se llevó un montón de dinero. Se calcula que, en once atracos, robaron unos 300,000 dólares (más de 6 millones de dólares actuales), y esto fue durante la Gran Depresión, cuando la mayoría de la gente no estaba segura de dónde vendría su próxima comida. ¡Ah!, y contando a los miembros de la banda y a la gente a la que la policía disparó por error, veintiséis personas murieron mientras Dillinger y su banda iban de un banco a otro.
Un 22 de julio, Dillinger y dos amigos fueron al cine. Algunos adivinaron que no era que quisieran ver la película, sino que el teatro era uno de los pocos lugares de la ciudad que tenía «aire refrigerado». En cualquier caso, una de las mujeres que lo acompañaba había avisado a la policía y más de veinte agentes lo esperaban cuando terminó la película y salió a la calle. Se hicieron cinco disparos. Dos alcanzaron a John Dillinger. Uno de ellos lo mató.
Un tipo guapo. Forajido famoso. Admirado por muchos. Odiado por más. Muerto a los treinta y un años. Un trágico ejemplo de una vida vivida sin Dios.