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AYER, TE HABLÉ DE LA GRAN VELOCIDAD que tiene el guepardo, el animal terrestre más veloz; y te comencé a contar la historia de un profeta que corrió ¡45 kilómetros sin parar jalando el carruaje del rey! Él fue Elías.
Después de que cayera fuego del cielo en el monte Carmelo sobre el altar de Dios, demostrando de esta manera que él era el Verdadero, Elías le dijo al rey Acab que se apurara para ir a su casa, pues ya se oía el ruido de lluvia. El profeta por su parte se arrodillo y pidió a su criado que mirara hacia el mar para ver si veía alguna nube; pero el siervo no veía nada. Así lo hizo seis veces, hasta que a la séptima vez el criado regresó con la noticia de que se veía una nubecita como la palma de su mano.
El profeta le ordenó al criado que le dijera al rey Acab que enganchara su carro, antes de que la lluvia lo detuviera. Pero las nubes fueron oscureciendo el cielo y cayó un aguacero. El rey Acab, quien se dirigía hacia Jezreel, no podía ver el camino. Entonces el poder de Dios vino sobre Elías, quien tomó las cuerdas de los caballos y corrió delante de ellos para guiarlos hasta las puertas de la ciudad.
No olvides que, cuando Jesús está contigo, te da de su poder y te utiliza para engrandecer su santo nombre.
Oremos: «Querido Jesús, gracias por tu poder que nos fortalece para seguir adelante. Amén».