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BIBIANA ERA UNA NIÑA que aún no iba al jardín de niños, pero tomaba clases de música a dos cuadras de su casa. Cada vez que era el día de su clase, se arreglaba rápidamente e iba muy feliz a la escuelita.
En una ocasión, Bibiana caminaba tomadita de la mano de su mamá por la banqueta, cuando se le ocurrió soltarse de ella y salir corriendo para llegar antes. Para llegar a la escuela, había que cruzar una calle muy transitada, por lo que la mamá le grito: «¡Bibi! ¡Bibi, detente!». Pero Bibi no se detenía; parecía que se proponía correr aún más veloz para llegar a la esquina y cruzarla. Su mamá, que veía el peligro del tránsito de los coches, le grito: «¡Te va a salir un perro!». Bibi no hizo caso del anuncio y, al llegar casi a la esquina, un perro grandote y con tono grave apareció: «¡Guau, guau, guau!». Bibi se asustó y no hizo más que regresar corriendo y llorando adonde venía su mamá caminando. Ese día aprendió a prestar atención a lo que su mami le decía.
Amiguito, cada vez que desobedeces a tus papás, te sucederán cosas tristes. Aprende a escuchar su voz; ellos saben lo que es mejor para ti. Pero, sobre todo, escucha la voz de Jesús; él siempre te guiará por caminos seguros. ¡Nunca lo olvides!
Oremos: «Querido Jesús, ayúdame a obedecer. Amén».