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Un verdadero orgulloso

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Tu Biblia dice: «No sean orgullosos, sino pónganse al nivel de los humildes». Romanos 12: 16

CUANDO íbamos con mi abuelita, veíamos que su vecino tenía un toro muy malhumorado que siempre mugía. Todos los niños le teníamos mucho miedo. Un día, la puerta de la cerca estaba abierta, así que el intrépido ¡se salió! El vecino y sus ayudantes trataban de sujetarlo con un lazo, pero era complicado, pues estaba tan alterado que corría a gran velocidad para todos lados. Chocaba sus cuernos con los árboles y los tallaba en ellos. ¡Los niños que veíamos eso pensábamos que quería tirar el árbol! Y justo allí fue cuando por fin lo sujetaron con las cuerdas. ¡Uff! ¡Nos sentimos tan aliviados! El vecino nos comentó que los toros se molestan fácilmente, porque son animales muy orgullosos y, cuando están así, son peligrosos, ya que pueden provocarle la muerte a quien se le atraviese.

El rey de Babilonia, Nabucodonosor, era conocido por ser el más poderoso del mundo. Tenía mucha fama, pues su imperio era majestuoso y próspero. Lo triste de este rey es que, como tenía tanto, se volvió soberbio. ¡Pensaba que siempre tenía la razón y no escuchaba otras razones! Por eso, un día Dios le quitó el entendimiento, y se lo devolvió hasta que reconoció que es Dios quien da todas las cosas.

Querido amiguito, si tienes muchos conocimientos y habilidades, tienes una hermosa apariencia o Dios te ha bendecido con vivir muy bien, agradécele por ello y no te lo adjudiques. Sé sencillo, amigable y compartido con los demás. ¡Eso te hace ser muy grande!

Oremos: «Querido Jesús, gracias por todo lo que me das. Ayúdame a compartirlo con otros. Amén».

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