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TU TESTIMONIO VALE MUCHO

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«Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable». 1 Pedro 2:9, RV95

Ya había perdido la cuenta de las hojas de vida (currículums vitae) que había presentado en las empresas de la ciudad. Necesitaba un empleo con urgencia. Una primera entrevistadora le hizo varias preguntas para medir sus capacidades en el área que solicitaba la empresa y lo halló apto para el cargo. Al finalizar la revisión de los documentos le dijo que existía una alta probabilidad de ser aceptado. Fue entonces cuando él decidió decirle:

--Puedo trabajar todos los días, todas las horas necesarias, excepto el sábado.

La dama reaccionó diciéndole que ella también era cristiana, que asistía a la iglesia los domingos y que él podía hacer lo mismo. Entonces le explicó que la Palabra de Dios solo reconoce el sábado como día de reposo y que, aunque él necesitaba el trabajo prefería mantenerse fiel al mandato divino.

La dama le aseguró que le gustaba la gente dispuesta a obedecer a Dios y que por ella se quedaría a trabajar, pero esa decisión tenía que tomarla su hermana. La segunda dama le dijo que le parecía increíble que una persona como él estuviera dispuesta a rechazar un trabajo tan solo por no trabajar en sábado. Estaba dispuesta a recibirlo si, por lo menos, venía unas dos horas los sábados y si aceptaba venir cuando lo llamaran por una emergencia. Con mucha humildad, pero con gran seguridad, rechazó la oferta. La dama, muy enojada, finalizó la entrevista y le dijo que no podía tenerlo en su empresa.

Mucho tiempo después, una hermana en la iglesia les contó muy feliz que su hija, que era gerente de un banco, se bautizaría para ser adventista, abandonando su antigua denominación. Al parecer, al exceso de trabajo le había ocasionado problemas de salud. Contó que había recordado la entrevista que le había hecho a un adventista que fue capaz de rechazar el trabajo por serle fiel a Dios y eso la había motivado.

Muy a menudo nos sentimos avergonzados de compartir nuestras creencias. Te entiendo, yo también estuve ahí. Pero cuando la duda te amenace, recuerda que tu testimonio puede cambiar vidas. Hoy @Dios te dice: «Comparte tu fe con los demás, hay un mundo que necesita saber de mí».

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