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LLÉNAME DE GOZO

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«Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia». Hechos 2:28, RV95

El gozo figura en segundo lugar en la lista que hace Pablo del fruto del Espíritu (ver Gálatas 5:22, 23). El gozo cristiano describe un estado de permanente alegría y felicidad que resulta de una experiencia espiritual. No es la alegría que nos producen las cosas materiales o los placeres que este mundo ofrece, sino el resultado de la obra salvífica de Cristo en nosotros. Es el resultado de experimentar la liberación de nuestras cargas y el perdón de nuestros pecados. El gozo, dicho de otra manera, es un sentimiento de origen espiritual que permanece siempre y cuando nos mantengamos en la presencia de Dios.

Por eso, las Escrituras nos dicen que debemos estar siempre gozosos (ver 1 Tesalonicenses 5:16). Ahora bien, quizá te preguntes: «¿Se puede mantener el gozo incluso en medio de las dificultades más grandes de la vida cristiana?». Sí, permíteme contarte la historia de Rosita. Ella era una joven colportora. Llegó a mi pueblo para desarrollar allí su ministerio. Era una dama profundamente espiritual y dependiente de Dios. Era una inspiración para todos los jóvenes de la iglesia.

Un día, Rosita llegó a casa después de un largo día de trabajo y se quejó de dolores en las piernas.

-Me siento muy cansada-le dijo a la señora donde se estaba hospedando—, debe ser porque hoy caminé más que nunca entregando los libros. Me acostaré temprano y seguro mañana estaré bien.

Pero no fue así. Al otro día, Rosita no se pudo levantar por sí sola de la cama. No pudo caminar y no volvió a caminar nunca más. Su carrera terminó allí, pero no su gozo, no su alegría, no su fe y tampoco sus deseos de alcanzar la eternidad. Los jóvenes nos reuníamos y hacíamos planes para visitarla cada semana. La última vez, sentíamos temor porque no sabíamos qué decirle. Preparamos todo y, el día que entramos a su habitación, quedamos impactados. Allí estaba, era la misma Rosa, con su hermoso y sonriente rostro. Cantó con nosotros, oró por nosotros, nos leyó promesas de la Palabra de Dios y nos animó a vivir la vida cristiana con gozo y mucha alegría. Su despedida fue linda:

-En la Tierra Nueva correremos a ver quién llega primero al árbol de la vida.

¿No es esto maravilloso? Personas como Rosa nos enseñan que el gozo no es el resultado de situaciones externas, sino de tener a Cristo en nuestro interior. Hoy @Dios te dice: «¿Deseas tener gozo independientemente de las condiciones externas que gobiernan tu vida? Ven a mi presencia y lo hallarás».

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