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ÉL SALVÓ MI VIDA

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«Tú, que das la victoria a los reyes; tú, que libraste a tu siervo David». Salmo 144:10

Estábamos reunidos para pasar juntos un maravilloso fin de semana. Llegó el viernes de noche y desde la cinco de la tarde nos reunimos para recibir el sábado. Después del servicio de consagración cantábamos para finalizar. Estábamos en plataforma y toda la congregación cantaba con júbilo las estrofas del himno titulado «Cuando sopla airada la tempestad».

Observé desde la plataforma a un hombre que llegó al templo, se paró en la puerta, miró hacia adentro, se enfocó en quienes estaban conmigo en plataforma, metió la mano en la mochila que llevaba y sacó una reluciente pistola. Apuntó y disparó varias veces. La última estrofa del canto se congeló en las gargantas de las más de quinientas personas que estaban allí reunidas. El anciano me dijo:

-Pastor, ore rápido, debemos llegar a nuestras casas. Van a tomar el pueblo y habrá fuertes combates.

Despedimos a la congregación y todos salieron del templo y se esfumaron en la oscuridad de la noche. En compañía de la dueña de la casa donde estábamos hospedados, caminábamos rápido hacia el hogar, pero tomamos la ruta más peligrosa, la del parque.

Mientras atravesábamos el parque, la oscuridad explotó en mil partículas de fuego. Entonces, a la luz de los disparos y las explosiones, pudimos ver a los invasores tendidos en el suelo disparando hacia el cuartel sin importar que había población civil transitando por el parque. Quedamos en medio del fuego, podíamos escuchar las balas que devoraban el espacio buscando un cuerpo donde alojarse para robarle la vida. Mis compañeros corrieron para protegerse, y yo quedé allí impávido, tieso, sin reacción, sin saber para dónde correr.

El ruido de una inmensa puerta metálica rompió mi rigidez y avancé hacia la luz que decrecía a medida que la puerta bajaba. Alcancé a llegar antes de que se cerrara del todo. Era una farmacia y había mucha gente adentro refugiándose de la lluvia de balas y de las granadas que despedazaban la noche, el silencio, las casas y los techos. Estuvimos a punto de morir en medio de los combates.

Te he contado varias veces de formas en las que el Señor libro mi vida, pero en aquella ocasión me di cuenta de que él tenía un plan para mí. No sé los peligros que hoy enfrentarás al salir a tu jornada diaria, pero sí puedo tener la seguridad de que @Dios tiene grandes planes para ti; él librará tu vida de todo peligro.

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