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DE VICTORIA EN VICTORIA

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«Gracias a Dios que siempre nos lleva en el desfile victorioso de Cristo y que por medio de nosotros da a conocer su mensaje, el cual se esparce por todas partes como un aroma agradable». 2 Corintios 2:14

Elena G. de White escribió: «Tenemos su promesa inmutable de que su presencia y protección serán dadas a sus fieles que anden en su consejo» (Obreros evangélicos, p.500). Silenia podría dar testimonio de esta realidad. Ella estaba estudiando en una universidad secular porque la universidad adventista no ofrecía su carrera. Siendo una joven estudiosa y responsable, sus profesores le permitían tomar sus exámenes en otro día que no fuera el sábado.

A uno de los maestros le pareció que esta joven era demasiado pretenciosa. Él, de manera belicosa y desafiante, le dijo:

-¿Usted cree que con su religión va a dominar esta universidad? Sepa que está equivocada.

Con malas intenciones programó un examen en sábado y le exigió presentarlo con todos los otros alumnos. Ella, siendo fiel a sus principios decidió no ir. Pidió ayuda al decano de la facultad, y este le dijo al profesor que tenía que permitirle tomar el examen en otro día con quienes habían perdido la materia. El profesor se enojó aún más y la amenazó diciéndole que sería muy severo al calificar su examen y que lo más probable es que perdería la materia.

Aquella joven cristiana buscó ayuda en oración, y Dios le respondió de manera poderosa. La noche anterior, mientras dormía, soñó que vio al profesor entrando con un traje de rayas al salón de clases. Luego se dirigió al tablero y escribió cinco preguntas en él. Recordó las cinco preguntas y se puso a repasarlas en sus apuntes. Su calificación fue perfecta, la máxima. Entonces surgió otro problema: algunos alumnos fueron a la decanatura y dijeron que el profesor le había pasado las preguntas antes del examen a «la evangélica».

Reunieron en la decanatura al maestro, a los acusadores y a la joven adventista. El profesor se defendió diciendo que él nunca escribió las preguntas, que las formuló al momento que se levantó a escribirlas en el tablero y que era imposible que la joven supiera las preguntas. Entonces, Silenia les contó el sueño que había tenido. Todos quedaron asombrados por lo que ella estaba contando. A partir de ese momento todo fue diferente para ella hasta que logró terminar su carrera.

@Dios también desea manifestarse en tu vida y concederte la victoria. ¿Te gustaría que así sea? Busca su dirección en oración.

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