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Estas palabras no eran solo para los arrogantes fariseos que estaban escuchando; también sirven para nosotros. ¿Sabes por qué? Mucha gente se parece a los fariseos. Piensan que son mejores que los demás y siempre buscan fallas en otros. Estas personas son orgullosas, y el orgullo es un pecado.
¿Vamos a hacer una PRUEBA de cómo van los índices de orgullo en tu vida? Lee las oraciones y responde con un sí (S) o no (N).
*TÚ...
( ) Te quedas muy frustrado cuando no eres el primero.
( ) Crees que tus profesores son injustos y consideras que tus malas notas son culpa de ellos.
() Disfrutas al dominar en los juegos.
( ) Te enojas cuando te quedas fuera del juego.
( ) Crees que siempre estás en lo correcto."
() Señalas los defectos de tus compañeros.
Mantente alerta si respondiste afirmativamente a al menos dos de las preguntas anteriores.
¡Cuidado! Puede ser que seas orgulloso. Entonces, haz como el publicano. Pide la ayuda de Dios. Él puede sacar el orgullo de tu corazón y hacer cada día te parezcas más a Jesús.
Antes de exponer el mensaje que leíste al comienzo, Jesús contó la siguiente historia:
· "Dos hombres fueron al templo a orar: el uno era fariseo, y el otro era uno de esos que cobran impuestos para Roma. El fariseo, de pie, oraba así: oh Dios, te doy gracias, porque no soy como los demás, que son ladrones, malvados y adúlteros, ni como ese cobrador de impuestos. Yo ayuno dos veces a la semana y te doy la décima parte de todo lo que gano'. Pero el cobrador de impuestos. Se quedó a cierta distancia, y ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho; decía: 'oh, Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!". Les digo, este cobrador de impuestos volvió a su casa ya justo, pero el fariseo no. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido" (Lucas 18:10-14).