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"No puedo creer que vino con ese vestido. ¡Qué horror!".
"No vamos a juntarnos con él. ¿Viste la nota que sacó en la última prueba?"
Chismes. ¿Quién no ha escuchado (o dicho) un comentario malo sobre alguien? Desafortunadamente, a nuestro alrededor siempre hay gente que habla mal de otras personas. ¿Has hecho esto? En muchas situaciones, las personas juzgan sin saber, hablan sin entender toda la historia y condenan de manera cruel a sus espaldas. Algunos piensan que tienen el poder de juzgar quién tiene razón y quién está equivocado. Se comportan como dueños de la verdad. No debemos actuar así.
El versículo de hoy debería anunciarse en las carteleras publicitarias de la ciudad y estar escrito en nuestras camisas. "¿Quién eres para juzgar a tu prójimo?" Solo Dios puede hacer eso. Solo él sabe todas las cosas, entiende lo que nadie ve y puede juzgar. Con todo este poder, él hace todo con amor, a diferencia de muchos, que señalan con el dedo a los demás y se consideran perfectos.
La próxima vez que sientas la necesidad de hablar mal de alguien o contar un chisme, recuerda quién es el único Juez.
Señor, sé que no debo juzgar a los demás. ¡Por favor, ayúdame a no hacerlo!