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siguiendo los planes de Dios, el profeta Elías oro para que no Lloviera durante tres años, advirtió al rey al respecto y se fue a esconder cerca de un arroyo, donde Dios enviaría cuervos para que le llevaran comida. Era un tipo de delivery un poco extraño, pero funcionaba.
Durante un tiempo, todo salió bien. Pero sin lluvia, hasta este arroyo comenzó a secarse. Entonces, Dios le dijo a Elías que fuera a un pueblito, donde una viuda lo ayudaría. Cuando llegó allí, vio a la mujer, que recogía leña para encender el fuego y hacer la comida. Elías le preguntó si podía darle algo de comer. Todo lo que la viuda tenía solo alcanzaba para ella y su hijo. Luego, probablemente morirían de hambre. Elías sabía que si la viuda lo ayudaba, el Señor la sustentaría hasta que regresaran las lluvias. El profeta y la viuda confiaron en Dios, y él suplió sus necesidades y no los dejó sin alimento. ¡Un milagro!
¿Cuál es el sentido de estas historias de milagros, si no ves que algo así sucede en tu vida? ¿Qué pasa si él no responde a tu oración de la manera que te gustaría? Los planes de Dios no siempre son como los nuestros. "Porque mis ideas no son como las de ustedes, y mi manera de actuar no es como la suya", dice el Señor (isa. 55:8).
Esa señora viuda no sabía cómo la ayudaría Dios, pero confiaba en él. No necesitamos saber cómo será el futuro, pero debemos confiar en el Dios que conoce el pasado, el presente y el futuro. SUS PLANES SON SIEMPRE LOS MEJORES.