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Para Ser Famosos...

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«Con tus descendientes voy a formar una gran nación; voy a bendecirte y hacerte famoso, y serás bendición para otros» (Génesis 12: 2).

Los edificadores de la Torre de Babel fracasaron en ser famosos, pero Dios tenía un plan perfecto para que la gente fuera famosa a su maneira. La primera persona con quien Dios implementó ese plan fue Abram. Aún hoy, Abram es famoso entre los musulmanes, entre los judíos y entre los cristianos. La clave para serlo es que él creyó en Dios y en cada una de sus promesas. Por eso hoy lo conocemos como Abraham, el padre de la fe.

Todo lo que los edificadores pensaban encontrar en la Torre, Abram lo encontró en Dios. Abram no necesitaba edificar un rascacielos para acercarse a Dios; más bien, siempre correspondió a la iniciativa divina, además, ante cualquier adversidad Dios era su escudo y salvación. Sobre todo, reconoció que solo en él todos podemos vivir eternamente.

Una noche, Dios llamó al patriarca y le dijo: «"Mira bien el cielo, y cuenta las estrellas, si es que puedes contarlas. Pues bien, así será el número de tus descendientes"» (Génesis 15: 5). Abram no pudo contarlas, pero lo que Dios se proponía enseñarle es que el número de sus hijos sería incontable y cada uno de ellos se representa con una estrella resplandeciente. En primera instancia, la promesa se cumplió mediante el pueblo de Israel; posteriormente, la promesa se sigue cumpliendo a través de la iglesia cristiana. En el momento en que aceptamos a Jesús como nuestro Salvador pasamos a formar parte de la suprema constelación divina. Esta es una buena noticia, eres una estrella y Dios te conoce por tu propio nombre. El único requisito es que tengas fe como Abram la tuvo. Como estrellas de Cristo resplandeceremos por la eternidad. El profeta Daniel escribió: «brillarán por siempre, como las estrellas!» (Daniel 12: 3).

La fe de Abram implicaba reconocer que uno de sus descendientes sería especial. La mejor y mayor de todas las estrellas, alguien más famoso que Abram: Jesucristo, pues vendría a salvarnos mediante su muerte en la cruz. Además, porque Abram aceptó a Dios fue una bendición para todas las personas con quienes convivió. La aventura de Abram empezó cuando aprendió a caminar con Dios e hizo de él su mejor amigo. Tú también puedes seguir su ejemplo cuando oras y confías en las promesas registradas en la Biblia.

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