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La Escalera Divina

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"Yo estoy contigo; voy a cuidarte por dondequiera que vayas, y te haré volver a esta tierra. No voy a abandonarte sin cumplir lo que te he prometido"» (Génesis 28: 15).

Dios tomó la iniciativa para animar a Jacob, a pesar de su engaño (se había comportado como un auténtico usurpador). Ahora escapó de su casa y aunque era el heredero, no llevaba nada consigo, viajó improvisadamente, con las manos vacías.  Que diferente situación a la de su abuelo Abraham y su padre Isaac. Cuando ellos llegaban a cualquier lugar todos lo notaban. Incluso, cuando Eliezer llegó a la tierra de Rebeca dio múltiples regalos; en cambio, lo único que Jacob podría ofrecer era su trabajo.

A Jacob no le gustaba la vida al aire libre, sino el confort de la vida hogareña, por lo tanto, resultó un shock tener el cielo como techo, estar en un paraje donde no existían paredes, una dura y fría piedra como almohada; además, la incertidumbre de que algún animal salvaje pudiera atacarlo o que Esaú lleno de ira lo encontrara. Puedo imaginar que al principio no podía dormir, pero llegó el momento en que su cansancio fue tan intenso que durmió profundamente. En ese momento, Dios se presentó como nunca hubiera imaginado: mediante el sueño de una escalera.

Por principio de cuentas, Dios le aseguró que lo protegería y que el pacto con su abuelo y su padre seguía firme ahora con él. Dios prometió bendecirlo abundantemente. Después, Jacob entendió que la escalera era un símbolo de Jesús que une el cielo y la tierra. Todas las bendiciones celestiales nos llegan exclusivamente por medio de Jesús. El hogar, los alimentos y la ropa, por ejemplo, son bendiciones divinas; ciertamente, muchos reciben estos bienes aunque muchas personas no reconozcan a Dios como el benefactor. Pero, además de estas bendiciones, Dios nos brinda otras que solo quienes lo adoramos las reconocemos, por ejemplo: el perdón, la paz, el gozo auténtico y la salvación.

Ese día Jacob comprendió que Dios puede manifestarse en cualquier lugar y ante cualquier circunstancia. Cuando eso ocurre, ese sitio se convierte en casa de Dios y puerta del cielo, por lo tanto, merece nuestra reverencia. Cuando oras y lees tu Biblia en tu casa o en cualquier sitio, ese lugar se vuelve casa de Dios y puerta del cielo. En ese momento, la escalera celestial se afianza en tu ubicación para derramar sobre ti la bendición de lo alto.

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