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Las Vestiduras Sacerdotales

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Haz para tu hermano Aarón ropas especiales, que le den esplendor y belleza (Éxodo 28:2).

Dios mismo les indicó a los sacerdotes el vestuario que debían usar al momento de ministrar en el santuario. Esa ropa especial les daba esplendor y belleza, los identificaba ante el pueblo como personas con una misión especial. Por ejemplo, considera el uniforme de un soldado, una enfermera, un deportista; lo que ellos tienen en común es que ese traje los distingue entre la multitud en cuanto a su función. El uniforme conlleva un privilegio y una responsabilidad. Para nosotros, las vestiduras sacerdotales encierran lecciones espirituales. ¿Por qué es importante conocerlas? Porque la Biblia enseña que Dios nos ha concedido un sacerdocio para así brindarle nuestro servicio (1 Pedro 2: 9; Apocalipsis 1: 6). Por lo tanto, las funciones sacerdotales de la época de Israel pueden aplicarse a nuestra vida cristiana, ahora en términos prácticos.

Primeramente, el sacerdote llevaba sobre la hombreras dos piedras preciosas, una en cada hombro. En cada piedra estaban grabados seis nombres de los hijos de Israel; el propósito era destacar como Dios los cargaba y sostenía en su trayecto a Canaán (vers. 9-12). De la misma forma, Jesucristo nos lleva sobre sus hombros en nuestro propio trayecto al reino de los cielos. Asimismo, Israel estaba en el corazón del sacerdote mediante el símbolo de doce piedras preciosas. Esto le indicaba la amorosa conducción divina como su especial tesoro. Igualmente, hoy podemos recordar que Jesucristo nos ama, nos representa e intercede por nosotros en el trono celestial. En cuanto al sacerdocio que Dios nos confiere, él espera que oremos por las personas, quienes ocupan un lugar especial en nuestro corazón, y que aún no lo han aceptado.

Por otra parte, en todo el borde de la capa destacaba el diseño de una granada y una campanita (vers. 33-34). La granada simboliza la vida fructífera que podemos tener como cristianos. En cuanto a la campanita, cuando el sacerdote caminaba esta producía un sonido; ese sonido nos recuerda que cada una de nuestras acciones y palabras conlleva un efecto, una influencia en los demás. Dios espera que esa influencia sea positiva. Finalmente, resaltemos la placa sobre la frente de Aarón con la leyenda «consagrado al Señor» (vers. 36).

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