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Un Nuevo Facto

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El Señor le dijo a Moisés: "Corta tú mismo dos tablas de piedra iguales a las primeras, para que yo escriba en ellas las mismas palabras que estaban escritas en las primeras tablas"» (Éxodo 34: 1).

La prueba más clara de la disposición de Dios de concederle una nueva oportunidad a Israel consistió en volver a escribir los diez mandamientos en otras tablas de piedra. Dios perdonó el pecado de la idolatría para comenzar otra vez con Israel. Lo que ocurrió en este contexto nos permite conocer mejor la noble naturaleza de Moisés. Se convirtió en un defensor del pueblo. Mediante una estrecha conversación a corazón abierto con Dios, intervino para que Israel prevaleciera en el pacto.

Dios le propuso a Moisés crear una nueva nación en donde también sería el líder. Aunque le pudo parecer atractiva la oferta, no la aceptó, pues consideró lo que otras naciones iban a decir del santo nombre de Dios. Reveló su preocupación por la reputación divina ante los egipcios; entonces declaró: «¿Cómo vas a dejar que digan los egipcios: "Dios los sacó con la mala intención de matarlos en las montañas, para borrarlos de la superficie de la tierra"?» (vers. 12). Posteriormente, Moisés mencionó el pacto que Dios había hecho originalmente con Abraham, Isaac y Jacob como una razón poderosa para que Dios continuara con el plan original con Israel.

Por si acaso los argumentos no eran suficientes, Moisés declaró que su nombre fuera borrado del libro de la vida con tal que Israel sobreviviera. «Yo te ruego que los perdones; pero si no los perdonas, borra mi nombre del libro que has escrito!» (Exodo 32: 32). Eso es amor sacrificial, un amor interesado en el bienestar del otro antes que del suyo propio. La propuesta no fue admitida, pues cada persona es responsable delante de Dios por sus actos. Finalmente, el Señor le indicó a Israel que continuara el trayecto, pero Moisés por un momento dudó que Dios los acompañara, por lo tanto, le dijo: «Si tú mismo no vas a acompañarnos, no nos hagas salir de aquí» (Éxodo 33: 15). Su razonamiento era el correcto, si se atrevían a emprender el viaje sin su compañía estaban condenados a vagar sin rumbo. Dios los perdonó completamente, por eso una vez más el Señor encabezó la marcha. Bajo esas circunstancias, seguro llegarían al lugar planeado. Hoy es una buena oportunidad para que te asegures que Dios camina junto a ti en todo lo que emprendes.

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