Regresar

Moisés en el Nuevo Testamento

Play/Pause Stop
Nunca más hubo en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor hablara cara a cara» (Deuteronomio 34: 10).

Moisés es bien recordado en cada pasaje del Nuevo Testamento que lo menciona. El impacto de su vida fue tan amplio en la historia de Israel que es el personaje del Antiguo Testamento más mencionado en el Nuevo. Los judíos lo tenían en alta estima, sin embargo, muchas veces solamente lo citaban, sin obedecer lo él mismo había enseñado. En cuanto a esta contradicción, Jesús les recordó a los judíos que el mensaje de Moisés y el suyo no se contradecían sino se complementaban. Si ellos realmente hubieran prestado atención a Moisés, lo hubieran reconocido como el Mesías y hubieran estado dispuestos a obedecerlo. Jesús dijo: «No crean que yo los voy a acusar delante de mi Padre; el que los acusa es Moisés mismo, en quien ustedes han puesto su confianza. Porque si ustedes le creyeran a Moisés, también me creerían a mí, porque Moisés escribió acerca de mí. Pero si no creen lo que él escribió, ¿cómo van a creer lo que yo les digo?» (Juan 5: 45-47).

Desafortunadamente, muchos judíos nunca aceptaron el mensaje en los escritos de Moisés, pero su experiencia no tiene que ser la nuestra. El autor de la Carta a los Hebreos menciona a Moisés como alguien que prefirió identificarse con el pueblo de Dios, en lugar de mantenerse de lado de los egipcios aun cuando estaba destinado a ser el faraón. ¿Cuál fue la razón de esa decisión? Tenía puesta su mirada en la recompensa final y permanente que Dios le iba a otorgar. Además, se sostuvo firme en su determinación, pues por fe tenía puesta su vista en el Dios invisible (Hebreos 11: 24-27).

El último libro de la Biblia vincula el ministerio de Moisés con el de Jesús en el sentido de que ambos sacrificaron su comodidad por el bien de los demás. Moisés, para conducir a Israel a Canaán; Jesús, para llevarnos a Canaán celestial. En su momento, ninguno de los dos comparten el reino como anticipo a la experiencia de sus seguidores. Por eso, Apocalipsis registra la alabanza a Dios en el reino de los cielos por parte de los redimidos de todas las épocas como el cántico de Moisés y el Cordero. «Cantaban el canto de Moisés, siervo de Dios, y el canto del Cordero. Decían: "Grande y maravilloso es todo lo que has hecho, Señor, Dios todopoderoso; rectos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de las naciones"» (Apocalipsis 15: 3). Sigue a Jesús desde hoy para que seas parte de este coro celestial.

Matutina para Android