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El Representante Del Ejército

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El jefe del ejército del Señor le contestó: Descálzate, porque el lugar donde estás es sagrado". Y Josué le obedeció. (Josué 5: 15).

Hijo de Dios visitó a Abraham junto a dos ángeles como un peregrino porque Abraham era un peregrino (Génesis 18:1-8). Asimismo, se presentó a Jacob como un luchador porque Jacob había intentado alcanzar todas sus metas luchando (Génesis 32:24-29). En esta ocasión, el Hijo de Dios se presentó como el Gran General, el Príncipe del ejército del cielo. En otras palabras, para Abraham como peregrino le iba a llamar la atención platicar y descubrir que el peregrino que lo visitó sabía más que él. Para Jacob como luchador, le resultaría desafiante pasar toda una noche con el Hijo de Dios, aunque fuera luchando. Desde luego, a Josué, lo que más le podría interesar es dialogar con alguien que supiera de estrategias militares antes de iniciar la conquista.

Dios se presenta a cada persona de tal forma que llama su atención según sus intereses o su profesión. Cuando esto ocurre, pronto vamos a descubrir que él es el mejor en cualquier área de la vida y siempre vamos a aprender de él si estamos dispuestos a adorarlo como Josué. La primera reacción de Josué fue de temor, pensó que podía ser un enemigo, por lo tanto, preguntó si era del pueblo o no. Entonces escuchó la sorpresiva respuesta: "Ni lo uno ni lo otro. Vengo como jefe del ejército del Señor". Entonces Josué se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y le preguntó: "¿Qué le manda mi Señor a este siervo suyo?" (vers. 14).

En teoría, nunca y bajo ninguna circunstancia un general de un ejército debe ponerse de rodillas. En el contexto militar eso representa la rendición. Por otra parte, si algún israelita mirara la escena a la distancia, ¿qué hubiera pensado? Ver a su propio general rindiéndose antes de empezar la guerra hubiera desanimado a cualquiera. El punto es que Josué con toda su experiencia militar de más de cuarenta años, reconoció que el Hijo de Dios sabía más que él, pues Josué era general de hombres improvisados, pero el visitante, General de las huestes celestiales. ¡Con eso bastaba para adorarlo! Además, podía aprender de él y recordar que cualquier triunfo sería el resultado de depender y confiar en Dios. Ese día Josué reconoció que para ser un victorioso, tenía que ocupar la segunda posición. Si quieres prosperar en cualquier actividad, siempre te irá bien si le cedes el primer lugar a Dios.

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