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Parejas disparejas

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No haga usted caso de Nabal, ese hombre grosero, porque él, haciendo honor a su nombre, es realmente un estúpido. Siempre actúa con estupidez» (1 Samuel 25: 25).

Abigaíl fue la esposa de Nabal y su vida no fue fácil, pues existía una abismal diferencia entre ellos. Abigaíl era inteligente, sensata, prudente y amable; por otra parte, Nabal era rudo, de mala conducta, grosero y estúpido. ¿Qué los llevó a casarse? Ciertamente, era una época en que era común que los padres se encargaran de arreglar el matrimonio de sus hijos. Esto pudo ocurrirle a esta pareja. Aun así, que los padres de Abigaíl hayan estado dispuestos acordar un matrimonio con Nabal solo porque este era muy rico demostraría la insensatez de ellos y cuán lejos estaban de ver las cosas como Dios las ve.

Este incidente nos enseña una gran lección. Si bien es cierto, aún faltan varios años como para que consideres el noviazgo y el matrimonio, algo es verdad ya: debes establecer desde ahora mismo las cualidades de la persona con quien te involucrarás de por vida. En primer lugar, tal persona debe considerar a Dios como el más importante en su vida. Además, sus gustos e intereses deben ir de la mano con los tuyos. Por último, pero no menos importante, el respeto debe caracterizarse en el trato mutuo. Es decir, si consideramos el noviazgo como la etapa de preparación, nunca deberás tolerar un acto como los de Nabal que conlleve rudeza o violencia contra tu persona. Y no me refiero solo a un hecho de agresión física, sino aun al abuso verbal. No tienes que permitir alguna humillación de ninguna índole. Más bien, si eso llegara a suceder, termina la relación de inmediato y agradécele a Dios porque tuviste una clara evidencia para evitar involucrarte en una relación conflictiva.

Mientras tanto, en la historia que destaca este capítulo, podemos coincidir que Dios envió a Abigaíl a la presencia de David antes de que cometiera una locura en un arrebato de ira por la descortesía de Nabal. Abigaíl se distingue como una mujer pacificadora, diplomática, de noble trato, sabía y alguien que era guiada por el Espíritu del cielo que es el espíritu de mansedumbre. David reconoció en la conducta de esta mujer una mejor forma de abordar su propias emociones.

Hoy puedes imitar la conducta de Abigaíl y recordar que sin importar la naturaleza del problema, siempre será más sensato razonar, hablar y depender de Dios; la violencia, la agresión y el enojo nunca dejarán algo bueno.

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