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El Alfarero Divino

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El Señor me dijo: ¿Acaso no puedo hacer yo con ustedes, israelitas, lo mismo que este alfarero hace con el barro? Ustedes son en mis manos como el barro en las manos del alfarero» (Jeremías 18:5-6).

Ilustrar la soberanía de Dios en nuestra historia personal y en las historia de las naciones es un recurso recurrente en la Biblia, pues destaca a cabalidad lo que Dios puede efectuar con todos los que son moldeados por él. En los días de Jeremías, las vasijas de barro constituían una industria manufacturera. Sin duda que Jeremías había pasado muchas veces afuera de estos negocios donde los alfareros se esmeraban para un buen acabado de sus productos, pero esta vez fue especial porque fue Dios que le indicó al profeta que acudiera a un negocio en particular. Dios también se manifiesta desde lugares poco probables u ordinarios, pero el mensaje siempre es claro, no importa de dónde proceda; así que seamos receptivos a su voz. Lo logramos cuando somos conscientes de su constante presencia en nuestras vidas.

El alfarero se sentaba ante dos ruedas de piedra paralelas que estaban unidas por un eje. Hacía girar la rueda inferior con los pies y trabajaba la arcilla en la rueda superior mientras esta giraba. De repente, descubrió que la vasija no tenía el nivel de calidad para comercializarla, entonces, sin reparo, volvía a empezar el proceso pacientemente hasta que el producto alcanzara la norma establecida. En este contexto Dios pronunció las palabras del versículo de este día. Es una pregunta que Dios te dirige, ¿cómo le responderás?

Así como el alfarero tiene poder sobre el barro, así lo tiene sobre cada una de sus criaturas. Cuando conocemos a Dios, somos conscientes que no actúa por impulso, capricho o venganza; no castiga a nadie ni produce una pena innecesaria; sus acciones son consistentes con su carácter, su naturaleza y sus atributos: él es santo, justo, sabio y amante. Hoy puedes agradecerle porque tiene un plan especial para ti, confía en él sea cual sea tu situación. Él te enseñará qué camino debes tomar y cómo responder a cualquier inquietud. El apóstol Pablo se valió de la ilustración de Dios al profeta para recordarnos que Dios es soberano y siempre confiable: «Tú, hombre, ¿quién eres para pedirle cuentas a Dios? ¿Acaso la olla de barro le dirá al que la hizo: "Por qué me hiciste así?"» (Romanos 9: 20). ¡Deja a Dios ser Dios en tu vida!

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