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La Roca De La Salvación

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El Dios del cielo establecerá un reino que jamás será destruido ni dominado por ninguna otra nación, sino que acabará por completo con todos los demás reinos, y durará para siempre. Eso es lo que significa la piedra que Su Majestad vio desprenderse del monte» (Daniel 2: 44-45).

El centro del mensaje es que todos los reinos humanos son pasajeros. Seguramente lo que más impactó al rey fue contemplar la roca que descendió del cielo e hizo añicos esa imagen semejante a las que él adoraba. Dios destruirá todos los poderes terrenales para establecer un reino representado por un monte.

La roca simboliza a Jesucristo volviendo por segunda vez a este mundo en gloria y majestad. David reconoce al Señor como la gran roca de la salvación: «¿Quién es Dios, si no el Señor? ¿Quién es la roca, si no nuestro Dios?»> (Salmo 18: 31, NVI). Pablo recuerda la experiencia de Israel en su camino rumbo a Canaán y menciona: «Porque bebían agua de la roca espiritual [...] la cual era Cristo» (1 Corintios 10: 4). Jesús habló de la función de la roca: «Todo el que caiga sobre esa piedra, se hará pedazos; y si ella cae sobre alguien, lo aplastará por completo» (Lucas 20:18, RVC). Hoy puedes caer sobre la roca cuando te entregas a Jesús, pero también el Señor nos advierte que cuando vuelva por segunda vez, quien no le haya aceptado, será destruido; semejante a la roca que cayó sobre la estatua.

Después de la roca aparece el monte: «La piedra que dio contra la estatua se convirtió en una gran montaña que ocupó toda la tierra» (Daniel 2: 35). ¿Qué significa esto? La Biblia refiere a Jerusalén terrenal establecida sobre un monte: «Pueblos numerosos llegarán, diciendo: "Vengan, subamos al monte del Señor, al templo del Dios de Jacob"» (Miqueas 4:2).

La expresión «Monte del Señor» aparece repetidamente en la Escritura, pero también se utiliza para referirse a Jerusalén en la Tierra Nueva: «He de volver a Jerusalén, para vivir allí. Entonces Jerusalén será llamada Ciudad Fiel, y el monte del Señor todopoderoso será llamado Monte Santo» (Zacarías 8: 3), lugar en donde sus ciudadanos tienen derecho a vivir porque han aceptado la gracia de Cristo.

En la antigüedad, una ciudad asentada sobre un monte conllevaba seguridad de los enemigos de un ataque sorpresivo, asimismo, protegía a sus ciudadanos de una posible inundación. Por lo tanto, había estabilidad.

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