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Nehemías: un hombre confiable

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Al escuchar estas noticias, me senté a llorar, y por algunos días estuve muy triste, ayunando y orando ante el Dios del cielo (Nehemías 1:4).

Nehemías significa «Jehová consuela». Él encabezó el tercer regreso de judíos a Jerusalén con el plan específico de reconstruir la muralla, alrededor del año 445 a. C. Nehemías se desempeñaba como copero del rey Artajerjes. Su oficio entrañaba una alta responsabilidad y un gran privilegio. Antes de que el rey sorbiera cualquier líquido, Nehemías primero debía hacerlo. Así que era el filtro indispensable para asegurarse de que nada fuera a envenenar al rey. Nehemías tenía que ser un hombre cien por ciento confiable, que no se prestara al soborno ni se corrompiera. Su oficio le daba acceso directo a la presencia del rey todos los días.

La persona que desempeñaba tal función debía ser culta, atractiva, sana, conocedora de las reglas de etiqueta del palacio; como comensal del rey, se esperaba que tuviera una buena actitud y reflejara alegría. Sin duda que Nehemías reunía todas estas cualidades. Pero un día su alegría se tornó en tristeza cuando Hanani vino de Judá e informó a Nehemías las circunstancias que imperaban en Jerusalén. Nehemías quedó impactado con las palabras de Hanani: «Los que escaparon [...] están en una situación muy difícil y vergonzosa» (vers. 3). Aunado a eso, las murallas estaban derribadas. Tal situación hacía vulnerable a la escasa población la cual era objeto de burlas. En ese tiempo las murallas eran imprescindibles en cualquier ciudad que aspirara a la seguridad y prosperidad. No tenerlas sería como si hoy existiera una casa con un boquete.

Entonces Nehemías planeó presentarle su caso al rey, pero fue consciente que antes de acudir, primero debía presentarse ante el Rey de reyes en oración. En su oración, Nehemías demostró su confianza en el Señor, así como lo bien que lo conocía. Por ejemplo, inició con una alabanza: lo reconoció como Dios fuerte, grande, misericordioso y que guarda el pacto. Posteriormente, pidió perdón por los pecados en los cuales él se incluyó. Después, presentó su petición de bienestar espiritual y material del pueblo, así como la plena restauración de su ciudad. Por último, dijo: «Te pido también que me des éxito y despiertes hacia mí las simpatías del rey» (Nehemías 1: 11).

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