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Es difícil de creer, pero ocurrió. Estando Cristo en una sinagoga un sábado, vio allí a una mujer que desde hacía 18 años sufría bajo la esclavitud de una dura enfermedad que la tenía completamente encorvada. No pudiendo soportar ver a Satanás esclavizando a una de sus hijas, Jesús sintió gozo en acercarse a la mujer y liberarla de ese yugo opresor. Era una escena digna de aplausos y loores a Dios; era para celebrar la presencia de Alguien con tanto poder y amor; era para celebrar el hecho de que una mujer hubiera sido por fin liberada de una carga insufrible. Pero algunos presentes no fueron capaces de celebrar.
El principal dirigente religioso se enojó porque Jesús hubiera sanado en sábado (Luc. 13:14), y se levantó muy molesto. Sí, lo has leído bien, se enojó porque la mujer había sido sanada en sábado. Luego, el dignatario reprendió a Jesús por dañarle su programa de culto sabático liberando en ese día a personas esclavizadas por Satanás. Es increíble a dónde puede llegar nuestro concepto equivocado de lo que es la religión; cómo puede cegarnos, llevándonos a maltratar a los hijos de ese Dios a quien decimos amar y servir.
Fue poco lo que Jesús le dijo ese día al dirigente religioso. El Maestro no es como nosotros, que malgastamos el tiempo mirándonos unos a otros. Aunque Jesús señaló la hipocresía del dignatario, dedicó el tiempo a explicarnos que, para Dios, ninguna religión, ningún programa, ninguna tradición es más importante que la salvación de un ser humano. Declaró también que, aunque una persona aparentemente religiosa pudiera darle más importancia a su buey y a su asno que a una mujer enferma, Dios no piensa de esa manera. Para el Señor, sanar a aquella hija suya que estaba sufriendo bajo el yugo de Satanás era una prioridad. ¿Qué hacemos nosotros, los miembros de su iglesia? ¿Damos la máxima prioridad a llevar a otros a los pies de Jesús para que sean liberados del poder de Satanás? ¿O, como el dignatario, pensamos que las formas externas de observancia de una ley son más importantes que la salvación de un ser humano?
Tal como ocurre con Jesús, la iglesia es divina, pero también es humana, porque está formada por personas. Y mientras esté en este mundo, debe ser “humana” en el sentido de ser comprensiva y sensible a los infortunios ajenos. Que tengas hoy un sábado lleno de comprensión, amor y sensibilidad hacia el ser humano.