|
¿Cómo sería nuestra relación con un Dios al que no podemos ver si no tuviéramos acceso al conocimiento de su Palabra? “Así, la fe viene por oír, por oír la palabra de Cristo” (Rom. 10:17). Por lo tanto, no podemos tener una relación de fe con Dios si no conocemos su Palabra, confiamos en ella y permitimos que se convierta en nuestra referencia para la vida. ¿Cómo está tu hábito de lectura de la Biblia? ¿Cómo está de fuerte tu fe? ¿Ya te has detenido a hacer una asociación entre ambas realidades? ¿Cuál es la verdad que descubres sobre tu propio cristianismo cuando te detienes a reflexionar sobre esto? Sin un conocimiento de la Palabra de Dios y sin un respeto por ella, ¿podrá existir verdadero cristianismo?
Tal como afirma Romanos 10:17, la fe no se produce en un vacío, sino que se asienta en un conocimiento sólido tanto de lo que Dios dice en su Palabra como de Aquel que es la Palabra. Porque “en el principio la Palabra ya existía. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios” (Juan 1:1, NTV). Conocer la palabra escrita y conocer a Aquel que es la Palabra es vital para tener una vida cristiana real.
El retrato de Dios que nos presenta el pasaje bíblico de hoy nos ayuda a entender la clave para una verdadera relación de fe con él. Aun cuando tendemos a relacionar más el concepto de ser cristianos con formar parte de una iglesia, con guardar un día de reposo o con identificarnos con el nombre de una confesión religiosa, en realidad el cristianismo se fundamenta en el hecho de conocer a una Persona, que es la Palabra, y de creer en el mensaje de esa Persona, que es la Palabra revelada, escrita para nuestra lectura devocional diaria. Este retrato de Dios y del poder de su palabra debiera animarnos a vivir el día de hoy con esperanza y seguridad.
•Esperanza de creer que si la palabra de Dios creó de la nada todo lo que existe, puede también “crear” de la nada (de mi condición de pecador) una nueva criatura espiritual en Cristo.
•Seguridad de que, como hasta hoy nunca ha fallado ni ha dejado de cumplirse todo lo escrito en la Palabra de Dios, puedo escogerla como mi ancla y mi guía, mi apoyo y mi luz en todo momento y circunstancia.