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DIOS ES ESPÍRITU: BÚSCALO ESPIRITUALMENTE

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“Dios es Espíritu; y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad” (Juan 4:24).

El retrato de Dios que aparece en el texto de hoy se enmarca en el contexto de una conversación que tuvo Jesús con una mujer de Samaria, junto al pozo de Jacob. Ella había llegado al pozo para buscar agua, y Jesús le hizo saber que el Padre es Espíritu. Con esto estaba tratando de hacerle ver que no es posible entender a Dios tratando de encajarlo entre preconceptos sociales, prejuicios personales, cuestiones del pasado o pleitos étnicos y culturales. Con razón le dijo: “Ustedes adoran lo que no saben” (Juan 4:22). ¿Y tú? ¿Adoras a Dios porque lo conoces? ¿Lo buscas cada día para tener una relación de verdad con él, que cambie toda tu cosmovisión? 

El concepto de Dios que tenían la mujer samaritana y su pueblo los había llevado a creer que, para Dios, lo más importante es el lugar donde se lo adorara; pero Jesús, que vino a enseñarnos el carácter de Dios, dijo claramente que a Dios lo que le importa es cómo lo adoramos. La verdadera adoración no tiene que ver con tradiciones ni con preferencias personales, sino con una comprensión y un respeto por la verdadera esencia de quién es Dios, tal como él mismo se nos revela a través de su Palabra. Por eso precisamente hay que acudir a la Biblia para descubrir y comprender los retratos de Dios que él mismo nos muestra. 

Uno de esos retratos nos dice que el Padre es un ser espiritual, infinito, que no puede ser abarcado con los mismos criterios con que medimos a los seres humanos, y que tampoco toma decisiones en función de las cosas que nos mueven a nosotros. Lo que mueve a Dios es una adoración que involucra la mente, el corazón y los sentidos, es decir, la totalidad del ser. Esa adoración en espíritu y en verdad es la correcta. Y a Dios no solo le agrada que sus hijos lo adoremos de esta manera, sino que “estos adoradores son los que el Padre busca” (Juan 4:23). 

Dios está más interesado en el ser que en el hacer. Tu salvación no depende de cosa alguna que tú hagas, ni de lo que sucedió en la historia antigua de tus familiares o de tu iglesia; tu salvación depende única y exclusivamente del Dios que es Espíritu, y que anda buscando a todos aquellos que quieren ofrendarle sus vidas completamente en adoración. Cuando los encuentre, habrá un encuentro en espíritu y en verdad.

 

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