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Muchos comienzan, pero no todos terminan. El club de los que abandonan a mitad de camino tiene una membresía bastante numerosa. Seguramente alguna vez hemos sido socios de ese club. Pero nuestro Dios no es así. Lo que comienza, él lo continúa hasta que lo termina. Si lo pensamos bien, nos daremos cuenta de que solo un Dios que persevera, que se compromete para siempre y que no se detiene hasta terminar su obra, puede lograr salvar a seres como nosotros.
Nuestro Dios no se distrae. El descuido no tiene lugar en ninguno de sus actos. Él no deja lo que está haciendo para comenzar algo diferente. Nuestro Dios no tiene cambios de humor, no es afectado por la edad, por la prisa, por las hormonas ni por ninguno de los factores que hacen que nosotros seamos tan volubles y cambiantes. Nuestro Dios no se siente presionado por nada; ninguna cosa lo toma desprevenido y no conoce el cansancio ni la fatiga. No se aburre ni tiene necesidad de tomar vacaciones. Él tiene todo lo necesario para terminar cualquier cosa que haya decidido comenzar. Es eterno, así que, no le afecta el tiempo; es omnisapiente, por lo que no enfrenta imprevistos; y es todopoderoso, por lo tanto, nunca experimenta carencia de algún recurso. Nunca ha habido nada que Dios haya dejado inconcluso.
Este mismo Dios del que te estoy hablando, un día inició en ti la buena obra de la salvación, y desde ese día nunca ha dejado de obrar en tu vida para completarla. Y, lo que es más: en el futuro, y mientras vivas, seguirá trabajando cada segundo de cada día para salvarte, hasta cuando Cristo regrese. Ni siquiera tú puedes hacer que Dios se detenga y deje de obrar en tu vida. Aun aquellos que se perderán son personas en las que Dios trabajó hasta el último momento. Porque él nunca se da por vencido. Dios no te obliga a recibirlo, pero tampoco permite que tu rechazo lo haga detenerse de intentar salvarte.
No importa lo que esté sucediendo en tu vida en este momento, ni cómo te sientas, hay algo que es un hecho firme: Dios está trabajando en ti. Esto debe darte esperanza. Puedes ir a él ahora mismo y cooperar con su obra para que no solo la continúe, sino también la haga perfecta para ese día glorioso que será la segunda venida de Cristo.