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El Salmo 104 está diseñado para ayudarnos a entender cuán abarcante es la obra de Dios para mantener funcionando esta gigantesca maquinaria que se llama “universo”. Basta con solo fijarnos en la vida en este mundo para terminar reconociendo, junto con el salmista: “Dios mío, […] te has vestido de gloria y de magnificencia” (Sal. 104:1).
La existencia del sol, a una distancia perfecta con respecto a nuestro planeta para que no seamos destruidos por el frío ni nos quemen sus rayos de fuego, nos habla de la gloria de Dios. El sistema de nubes que riega toda la tierra haciendo posible que los campos germinen y produzcan alimentos para llenar nuestra mesa, nos habla de la magnificencia de Dios. Piensa en el mar y en los miles de criaturas que lo tienen por hogar y que deben encontrar su alimento dentro de él, ¿acaso no cuida Dios de ellos? Él es quien le fija límites a ese mar para que, en su furia, no nos destruya a todos.
Dios creó los montes para que sean moradas de animales que viven en forma salvaje; allá, en su hábitat, Dios provee para sus necesidades. A la orden de Dios desciende la lluvia a esos montes y desde allí baja el agua hasta los valles y llena los cauces de los ríos. Dios también cuida de las aves, asegurándose de que les lleguen el alimento, el aire, el sol y el agua, pues de otra manera no podrían existir. Él es quien hace que crezca la hierba para que las bestias la coman y así puedan prestar sus servicios al ser humano.
Dios hizo la luna, y el día y la noche suceden bajo su orden directa. Él permite que el ser humano pueda salir a su jornada todos los días y conseguir el sustento para los suyos. Y cada sencilla o complicada cosa que ocurre o se mueve en toda la creación espera en Jehová.
A veces, por alguna circunstancia difícil o adversa que nos toca enfrentar, llegamos a pensar que Dios no está dirigiendo nuestra vida en la forma más apropiada, o a creer que nosotros tenemos una mejor idea de cómo se deberían hacer las cosas. Para cuando esos pensamientos nos asalten, recordemos el Salmo 104 y su certero mensaje: es Dios quien mantiene la creación.
Dios es más que suficiente para guiar tu vida. Puedes confiar en él en todo momento y circunstancia. Alégrate en él hoy y siempre.