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Aunque parezca increíble, el texto de hoy nos presenta a un profeta de Dios enfadado con el mismo Dios por ser tan clemente y piadoso. “Jonás se disgustó en extremo, y se enojó” con Dios, leemos en el versículo 1. ¿Por qué? Analicémoslo.
Dios había enviado a Jonás a decir a los habitantes de Nínive que, si no cambiaban su forma de vivir y mostraban arrepentimiento, serían destruidos en cuarenta días. Pero, desde el primer día que Jonás comenzó a predicar, todos en la ciudad creyeron el mensaje de Dios, proclamaron ayuno y mostraron exteriormente su arrepentimiento interno. Incluso el rey de Nínive se arrepintió de verdad, y dio instrucciones para que todos obedecieran a Dios, con la esperanza de que el Señor detuviera su ira y no infligiera el castigo anunciado. ¡Y eso es exactamente lo que sucedió! Dios se arrepintió del mal que había anunciado. Es aquí donde Jonás muestra su doble moral: se enojó porque, en su opinión, Dios no debía perdonar a gente tan mala y pecadora como él creía que eran los ninivitas.
“La gracia que Dios mostró a Israel, el Señor se la ofrecía ahora a una nación extranjera. Jonás tenía el suficiente conocimiento teológico como para predecir que Dios actuaría así, pero no la suficiente compasión como para aceptarlo. Por eso se enojó tanto”. ¿Tendremos nosotros también este problema? ¿Nos sobrará conocimiento teológico, pero nos faltan amor y compasión hacia personas que percibimos como “demasiado pecadoras”? Entonces tenemos algo que aprender de la experiencia de Jonás.
Es interesante que esa compasión divina que tanto enojó a Jonás era la misma que lo había salvado de una muerte segura en el mar. Así somos los seres humanos: aceptamos de buen grado la misericordia de Dios cuando es a nuestro favor, pero nos duele ver que esa gracia alcanza a otros que nos parecen indignos.
¿Sabes qué? Nos guste o no, Dios extiende su amor a todos por igual, y su perdón y su gracia están al alcance de todos, sin excepción. ¿Qué te parece si, en vez de continuar haciendo tanta acepción de personas, colaboramos con Dios en el proceso de salvar a todos? Empapémonos de la piedad y la clemencia de Dios para poder mostrar esos atributos a un mundo que se hunde en el pecado.