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¿TE ENORGULLECES DE DIOS?

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“Por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios, sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Corintios 1:30).

Nuestra religión se llama “cristianismo” porque está basada en la premisa de que en Cristo hemos encontrado todo lo que necesitamos para la salvación de nuestras almas. Esto nos lleva a dar toda la gloria a Dios, y a tenerlo como el centro absoluto de cada ámbito de nuestra vida, porque él nos dio a Cristo, quien lo hizo todo en todo para nosotros. 

La fe cristiana es completa: cubre nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro, da respuesta a los grandes interrogantes de la vida, y en Cristo provee lo necesario para nuestras necesidades. Fíjate en lo que Pablo dice que Cristo ha llegado a ser para nosotros. 

Sabiduría. En Cristo entendemos el origen y el propósito de nuestra existencia; comprendemos por qué las cosas están como están, y sabemos hacia dónde va este mundo. En Cristo se nos da el privilegio de comprender el plan que tiene Dios para salvarnos y así poder aceptarlo. En Cristo, y gracias a la obra de su Espíritu en nosotros, aprendemos a tomar decisiones para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. 

Justificación. Es gracias a la sabiduría de Dios que llegamos a ser conscientes de que somos pecadores y de que tenemos una deuda con la ley que exige la muerte del pecador. De nuevo, Jesús toma nuestro lugar y se convierte en nuestra justificación, para que nosotros seamos aceptados como hijos de Dios. Esto lo hizo entregando su vida en la cruz del Calvario, pagando así nuestra deuda con la ley. Y ahora ninguna condenación hay para los que somos de Cristo. 

Santificación. Sabiendo Dios que si pagara la deuda, pero nos dejara seguir solos nuestro camino, volveríamos a caer bajo el dominio del pecado, él hizo que Cristo fuera también nuestra santificación, es decir, la fuerza, la motivación, el poder y la garantía de que nos mantendremos fieles y perseverantes hasta el fin. Así, Cristo no solo nos da una nueva vida, sino además él mismo nos ayuda a vivirla para su gloria. 

Redención. Luego de que Cristo hace todo el trabajo en nosotros, al final él mismo garantiza nuestra redención, es decir, nos da la seguridad de la vida eterna. ¿Y quién podrá impedir que el Señor salve a personas en las que ha invertido tanto? 

Estoy de acuerdo con el apóstol Pablo: “Si alguno quiere enorgullecerse, que se enorgullezca del Señor” (1 Cor. 1:31, DHH). ¿Y tú, te enorgulleces de Cristo?

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