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EL DIOS QUE NOS SUSTITUYÓ

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“Al que no tenía pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros, para que nosotros llegásemos a ser justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21).

Sustitución. Ese es el principio que encontramos retratado en este pasaje. No vas a encontrar otro en la Biblia que lo condense mejor. “Las verdades expuestas en 2 Corintios 5:21 están entre las más profundas y significativas de toda la Biblia. Este versículo resume el plan de salvación al declarar la absoluta impecabilidad de Cristo, la naturaleza vicaria de su sacrificio y cómo el hombre se libera del pecado por medio de El Salvador”.

La expresión “al que no tenía pecado” alude a Cristo Jesús. Él ha sido el único ser que ha vivido en este mundo sin pecar, aun cuando “fue tentado en todo según nuestra semejanza” (Heb. 4:15). La sustitución consistió en que el Padre tomó a su Hijo santo e inmaculado y, para que nosotros recibiéramos los beneficios, estuvo dispuesto a que su Unigénito se hiciera pecado. Fíjate en que Dios no hizo a su Hijo un pecador, sino pecado. Jesús siempre fue santo en la eternidad antes de venir a esta Tierra, vivió una vida santa durante los 33 años que estuvo aquí, y continúa siendo santo por la eternidad después de su resurrección y ascensión. 

Como Cordero de Dios, Jesús quitó del mundo el pecado (lee Juan 1:29), no a los pecadores. La muerte de Cristo en la Cruz no fue garantía de que no habría más pecadores en el mundo, pero sí es garantía de que todo pecador que se arrepienta y lo acepte a él como Salvador, ya no tiene que estar bajo el dominio y la condenación del pecado. “El castigo que nos trae paz lo cargó él, y por su llaga fuimos sanados” (Isa. 53:5). Dios hizo pecado a su Hijo al tratarlo como si él hubiese sido un pecador, aunque nunca lo fue; solo así podía cumplir la justicia que exigía muerte debido al pecado. Jesús mismo alguna vez les había dicho a sus discípulos: “Pero Jesús respondió: ‘conviene que así cumplamos toda justicia’” (Mat. 3:15). 

 La sustitución divina fue completada cuando Dios, gracias al sacrificio de Cristo, pudo comenzar a tratarnos como si nosotros hubiésemos vivido la vida de Cristo. 

Por eso dice Pablo que fuimos hechos justicia de Dios en él. ¿Qué te parece? Jesús era santo, y lo trataron como si fuera como nosotros, y, en cambio, nosotros somos pecadores, y Dios nos trata como si fuéramos Jesús. ¡Guau, es demasiado!

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