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“¿Qué quieres que te haga?” ¡Extraña pregunta la que le hizo Jesús a un ciego llamado Bartimeo! ¿Acaso no era evidente lo que un ciego podría querer de parte del gran obrador de milagros? ¿Por qué preguntó Jesús lo obvio? Porque la fe en Dios debe ser expresada para que sea reconocida y se convierta en una fe sanadora.
No basta con pedir ayuda a Dios, es importante también que expresemos qué creemos de él y en qué forma estamos dispuestos a recibirlo. Esa confesión de fe puede expresarse por medio de una oración, por medio de una entrega pública en respuesta a un llamado, con palabras específicas de aceptación de Jesús como Señor (así como hizo Bartimeo, llamándolo “Jesús, Hijo de David”, lee Mar. 10:47), o también puede ocurrir por medio de pedidos que hacemos a Dios y que revelan lo que creemos de él. La expresión de la fe es crucial.
Dios quiere que reflexionemos sobre lo que creemos de él y sobre lo que esperamos que nos dé, porque eso lo dice todo acerca de lo que él es para nosotros.
No iríamos a pedir dinero a alguien si pensáramos que no tiene dinero, ¿verdad? No iríamos a consultar sobre nuestra salud a alguien que no es médico, ¿verdad?
Por eso Jesús preguntó. No para obtener una información que a todas luces era obvia (además, Dios no necesita preguntarnos qué necesitamos, él lo sabe antes de que lo pensemos o lo digamos), sino para que Bartimeo expresara su fe en Jesús como alguien capaz de darle lo que necesitaba. Bartimeo, aunque era ciego, también era un pecador que necesitaba salvación y Jesús quería que él lo expresara claramente.
No olvidemos que Bartimeo pedía limosna, así que, pudo haberle pedido dinero a Jesús. Pero al contestar “quiero recobrar la vista”, testificó que creía en Jesús como alguien distinto de todos los demás, con un poder que ningún otro tenía, y, por tanto, que no esperaba una limosna sino un milagro. Bartimeo “vio”, sin tener vista, que Jesús es Dios. Y la ayuda que le solicitó se la pidió como se le pide a Dios y no a un ser humano. Por eso la respuesta de Jesús fue: “Recíbela, tu fe te ha salvado”. ¿Te diste cuenta del detalle? Ocurrieron dos cosas: Bartimeo recibió la vista y, al poner su fe en Jesús como su Dios, fue salvado. Eso era precisamente lo que buscaba Jesús con su pregunta.
Hoy Jesús te pregunta a ti: “¿Qué quieres que te haga?” Él quiere ver la expresión de tu fe.