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UN DIOS QUE BUSCA UNA RELACIÓN PERSONAL

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“Zaqueo, desciende de prisa, porque conviene que hoy me hospede en tu casa” (Lucas 19:5).

Los Evangelios dedican espacio a retratar a Jesús en los encuentros que tuvo con personas concretas. Por ejemplo, en el encuentro con Zaqueo, queda claro que es Dios quien nos busca, y que lo mejor que podemos hacer es no huir cuando se produzca el encuentro. 

 

Con Zaqueo, Jesús hizo tres cosas que muestran cuánto hace Dios para buscarnos. 1) Fue a Jericó. No fue Zaqueo quien hizo un viaje para ver a Jesús, sino Jesús quien viajó a ver a Zaqueo. 2) Jesús se detuvo debajo del árbol, miró hacia arriba, lo vio y lo llamó. Es obvio que lo estaba buscando aun antes de entrar a Jericó. 3) Fue a casa de Zaqueo y se hospedó con él. 

 

Otro maravilloso retrato que vemos aquí de cómo es Dios, es que tiene tiempo para relacionarse con cada uno de nosotros individualmente. Fueron muchos los que salieron a ver a Jesús en Jericó; muchos estuvieron muy cerca de él y tuvieron el privilegio de saludarlo y tocarlo; incluso es probable que Zaqueo no fuera el único que estuviera subido a un árbol. Pero de entre todos los presentes, solo a Zaqueo Jesús le dijo: “Hoy voy a tu casa”. 

 

Que Dios haya dado su vida por todos en la Cruz del Calvario es algo que debemos agradecerle, y reconocerlo como un gran acto de misericordia, pero ¡¿que dedique tiempo a conocerme, a aprenderse mi nombre, a venir a visitarme a mi pueblo, a llamarme para hablar, a entrar en mi casa, y que delante de todo el mundo diga que es mi amigo?! No, ya eso es demasiado para mí. No sé cómo llamarlo, no sé qué hacer con tanto... 

 

Finalmente, no puedo dejar de fijarme en que Dios cree que estaremos felices de recibirlo y de estar con él. En su encuentro con Zaqueo, el Señor muestra un optimismo muy grande acerca de la respuesta que le daremos: “Desciende de prisa, porque conviene que hoy me hospede en tu casa”. No son preguntas, son afirmaciones, son declaraciones de alguien que cree que será bien recibido. 

 

Muchos solo ven en este relato a un hombre tan pequeño que no alcanzaba a ver a Jesús entre la multitud; pero en él brilla un Dios humilde que ve a todos sus hijos, los trata con confianza, se relaciona con ellos en forma personal y va donde haya que ir para encontrarlos y salvarlos.

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