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UN DIOS QUE NOS DA LO QUE NECESITAMOS

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“Jesús le dijo: ‘Sígueme’” (Lucas 5:27).

Jesús hacía cosas que pueden parecernos extrañas, como pasar cerca de una persona con la que no tenía relación alguna y, de buenas a primeras, decirle: “Sígueme”. Esto lo hizo, por ejemplo, con Leví. ¿Por qué actuó así Jesús? Porque siempre le daba a cada uno exactamente lo que más necesitaba, según su santa voluntad. ¿Era seguir a Jesús lo que necesitaba Leví? Sin duda. 

 

Leví era publicano, es decir, recaudador de impuestos cobrados a sus hermanos judíos para entregar a las autoridades romanas. Los publicanos eran vistos por sus compatriotas como traidores a su nación y abusivos, y eran considerados una lacra social porque se habían vendido al enemigo opresor a costa de su propio pueblo. No es difícil imaginar que tal vez a Leví le hubiese caído mejor una buena charla que lo ayudara con su posible baja autoestima, o unas palabras de recomendación con el rabino de la sinagoga de su pueblo para que lo aceptara en las reuniones, tal vez un sermón sobre cómo cobrar impuestos honradamente, o un seminario sobre la importancia de ser íntegro. Sin embargo, Jesús solo le dijo: “Sígueme”. Parece sencillo, pero no lo es. Te aseguro que cualquiera de las otras cosas era mucho más fácil de recibir o de hacer que esta orden. 

 

Seguir a Jesús era una invitación a experimentar un cambio radical. Para Leví, era un desafío a abandonar la vida antigua, los negocios, el trabajo, los amigos, las prácticas de antes, y decidirse a hacer de Cristo su maestro y el centro de su existencia a partir de ese momento. Debemos notar que no fue Leví quien vino a Jesús, sino que Jesús pasó cerca de él. Por eso no le preguntó “Qué quieres que te dé”, sino que le ofreció lo que aun Leví no tenía y que a todas luces le faltaba. Jesús sabía que, si Leví lo seguía, su autoestima sanaría, su condición social y espiritual sería reivindicada, y encontraría la paz de estar a bien con Dios y con los hombres. 

 

Hoy Dios te dice a ti: “Sígueme”. Tal vez la forma en que te lo está diciendo te resulta extraña, porque Jesús no se atiene a convencionalismos sociales. Tal vez no es fácil de recibir o de hacer. Pero al contemplar a Jesús hoy diciéndote “sígueme”, no olvides que él siempre te da lo que realmente necesitas, según su santa voluntad. Nada puede ser mejor que estar donde él quiere que estés y hacer lo que él quiere que hagas.

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