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Jesús tuvo amigos. En Juan 15: 15 leemos que Jesús dijo explícitamente: «Los llamo amigos, porque les he contado todo lo que me enseñó mi Padre» (TLA). «Los llamo amigos porque»; ese porque nos da a entender que, para Jesús, en la amistad, existe una comunicación total de lo que uno es.
Una amiga nos lo cuenta «todo». Obviamente, hay que matizar ese «todo». No todo, de todo, todo el tiempo; Jesús no está defendiendo aquí que no debemos tener privacidad. «Entre amigas no hay secretos» no quiere decir que cada amiga deba perder el derecho a su privacidad; lo que quiere decir es que no se ocultan lo que hay en el corazón (las intenciones, las motivaciones, los sentimientos, los anhelos y deseos profundos). Así como Jesús se mostró amigo porque les contó a sus amigos todas las cosas que consideraba, debían saber de él y de su origen divino de cara a la salvación, así una verdadera amiga nos dice lo que considera que nos debe decir por nuestro bien. Una amiga no está dispuesta a quedarse con la sensación de poder haber dicho algo que necesitábamos oír, y no haberlo dicho.
La buena comunicación es una característica esencial de la amistad. De hecho, la amistad es comunicación abierta, transparente, sincera, auténtica. Y para esto no solo se usan palabras; a veces, lo más importante se comunica con un gesto y, sobre todo, con el amor. Jesús nos contó cómo era el Padre no solo y no siempre con palabras; sobre todo, y esencialmente, con su amor (su amistad) libre de prejuicios y desinteresado. Claro que, para saber entender lo que no se dice, hay que ser una amiga de verdad, de esas que están pendientes de todo lo que proyectas.
Si analizas las amistades que has tenido a lo largo de los años y las que ahora tienes, te darás cuenta de que amistad es también permitir que alguien conozca cómo eres en la privacidad de tu hogar, que sea testigo de tus dinámicas familiares, ahí donde se escucha sin que nadie hable. Por eso amistad es vulnerabilidad, porque es poner nuestro corazón (nuestra intimidad, nuestra privacidad, lo más íntimo de nosotras y que a casi nadie le contamos) en manos de la otra persona, sabiendo que puede hacer dos cosas con él: mimarlo o maltratarlo. La amiga confía en que su corazón (su intimidad, su privacidad) estará a salvo en manos de la otra.