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Lamentablemente, la alegría no es la única emoción positiva que nuestra sociedad actual suele percibir como negativa y, por tanto, se reprime en contra de toda lógica. Existen también otras, como es el caso de la compasión. ¿Qué me dices de esta emoción, es o no es buena? ¡Claro que sí! Pero mucha gente no la percibe como tal. Sin ir más lejos, una amiga mía me ha dicho en varias ocasiones: «No quiero que me quieras con compasión». Tuvimos que aclarar los términos porque, obviamente, estaba confundiendo compasión con algo que no es, y no estaba en mis planes dejar de quererla.
¿Qué es exactamente la compasión?
Pues es difícil ser exactas con estas cosas de las emociones, pero una definición de diccionario es: «Sentimiento de tristeza que produce ver a alguien sufrir y que impulsa a aliviar su dolor o sufrimiento, a remediarlo o a evitarlo». He ahí la cuestión: impulsa a poner remedio a un dolor ajeno. Si sentir tristeza por alguien es un motor que nos lleva a hacer algo en su favor y no quedarnos pasivas viendo cómo sufre, ¿por qué íbamos a reprimirla? De hecho, hemos de potenciarla.
¿Cómo se potencia la compasión? Para empezar, siendo sensibles y delicadas con cada persona con la que nos encontramos, porque todo el mundo tiene problemas, dolores y dificultades. La vida no siempre es fácil. ¿Y sabes qué? Nada mejor para ayudar a superar obstáculos que el afecto recibido de los demás. Como dice la psicóloga española Elsa Punset: «Esto da alas al otro y no es magia, es inteligencia emocional».
Lo fácil que es una mirada compasiva, un gesto compasivo, y, sin embargo, cómo somos reticentes a prodigar este tipo de acciones... Si dejáramos de reprimir esta emoción, veríamos una diferencia tremenda en nuestras vidas. Es cuestión de ponerle voluntad. Y puesto que somos mujeres cristianas y uno de nuestros mayores motivadores de la conducta es la Palabra de Dios, aquí te dejo varios textos inspirados sobre la compasión que puedan ayudarte a desarrollar esa voluntad.
> «Sean bondadosos y compasivos unos con otros» (Efe. 4: 32, NVI).
> «Vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes» (1 Ped. 3: 8, NVI).
> «Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran» (Rom. 12: 15, NVI).
> «Jesús tuvo compasión de ellos» (Mat. 20: 34).
«Todo amor genuino es compasión, y todo amor que no sea compasión es egoísmo». Schopenhauer.