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Cuenta Raren Swallow Prior que, recientemente, una amiga le preguntó: «¿Qué consejo me darías para una mujer que lucha con la esterilidad?». La pregunta se la hizo porque la propia Karen es estéril y su amiga pensó que ella le daría la respuesta perfecta. Sin embargo, para su sorpresa, Karen respondió: "No sé, porque yo realmente no lucho con ello en lo más mínimo. Aun cuando Dios no ha satisfecho el deseo que he tenido por muchos años de tener hijos, sí ha llenado mi vida con tantos otros dones que mi mayor lucha ha sido ser una administradora fiel de tanta abundancia".*
Karen ha decidido no centrar su mirada en la angustia y la «lucha» que comúnmente se asocian a la infertilidad femenina, porque contrastan drásticamente con su experiencia. Según ella misma dice: «Ese término, estéril, puede ser el término apropiado médica y técnicamente, pero no es la palabra que yo usaría para describir mi vida». A pesar de no haber podido tener hijos, Karen siente que su vida es fructífera, y ha decidido centrar su atención en las múltiples oportunidades que Dios pone en su camino: cuidar de sus padres en su vejez, ser mentora de una adolescente, ayudar a un estudiante que tiene problemas con una asignatura o escribir algo que pueda ayudar a alguien (como el artículo en el que se basa esta reflexión). Aunque la misma Karen afirma que no ha perdido el deseo de tener hijos, no ha permitido que eso marque su presente por completo.
Tal vez tú formas parte de ese estimado 6% de mujeres casadas que, aunque quieren, no pueden tener hijos. Sin duda es una realidad difícil; conlleva un dolor que no podemos negar. Pero ¿será que has permitido que ese dolor que acarrea el término «estéril» describa tu vida entera? No tiene por qué ser así. Puedes transformar tu «historia de infertilidad en narrativa de esperanza y sanidad, respondiendo a ella dentro de la realidad más amplia del evangelio».
Hoy te invito a salir a la caza de oportunidades de ser fructífera; oportunidades que, de tener hijos y estar ocupada criándolos, no tendrías. Centra tu atención, con creatividad y pasión, en lo que puedes aportar a los tuyos y a muchos otros que necesitan una mano sensible y amiga.
Tú puedes ser enriquecedoramente fértil.
«Al decidir aceptar los límites que Dios me ha dado, mi vida ha llegado a ser enriquecedoramente fértil». Karen Swallow Prior.
* «La bendición oculta de la infertilidad», Christianity Today, 31 de julio de 2021.