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Trabajar El Interior

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«Contra tales cosas no hay ley». (Gál. 5: 23).

Una imagen vale más que mil palabras. «Ver» una acción transmite más que "oír" un sermón. Por eso Santiago dice: "Te mostraré mi fe con mis hechos" (2:18). La gente nos observa para ver si reflejamos a Dios. Y si existe algo que permite ver el carácter de Dios en nosotras es un estilo de vida con las cualidades de Gálatas 5: 22-23: «Amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio». Son el fruto del Espíritu porque son la esencia del carácter divino; solo Dios puede producir en ti tal manera de ser.

El amor. «Lo que cuenta es una fe activa por medio del amor» (Gál. 5: 6). Pero lejos de Dios, que es amor (1 Juan 4: 8), nuestro corazón tiende a los deseos de la carne, y eso se ve.

La alegría. «Pido a Dios», dice Pablo, «que los llene completamente de alegría, [...] porque confían en él» (Rom. 15: 13). La alegría deriva de la confianza en Dios, que nos permite sufrir sin perder la esperanza. Esto, a la gente, no le pasa desapercibido.

La paz. Dios es «el Dios de paz» (Rom. 15: 33). «Enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones» (Gál. 5: 20, RV95) derivan de otra fuente. «Busquemos todo lo que conduce a la paz» (Rom. 14: 19), porque da un testimonio contundente.

La paciencia. «El Señor es paciente» (Sal. 103: 8), por eso nos exhorta a tener paciencia, soportándonos unos a otros (Efe. 4: 2) así como las realidades de la vida (Col. 1: 11).

La amabilidad. «Si ven que alguien ha caído en algún pecado, ustedes que son espirituales deben ayudarlo a corregirse. Pero háganlo amablemente» (Gál. 6:1). Ese acto ablandará corazones endurecidos.

La bondad. «El Señor es bueno» (Sal. 34: 8); quienes decidan imitarlo «serán hijos del Dios altísimo, que es también bondadoso con los desagradecidos y los malos» (Luc. 6: 35). Esos desagradecidos y malos quedarán impactados por tal bondad y querrán saber su origen, para ir personalmente a él.

La fidelidad. «Lo que a un administrador se le pide es que sea fiel», dijo Jesús (1 Cor. 4: 2). Porque Dios es fiel, nosotras podemos serlo también. Y créeme, fidelidad no sobra en este mundo; es una imagen elocuente.

La humildad. «Soy humilde», dice Jesús (Mat. 11: 29). Nuestra humildad lo reflejará a él porque, por naturaleza, somos egoístas.

El dominio propio, que es la muestra más clara de que trabajamos nuestro interior.

«Mil palabras no dejan la misma impresión que una acción». Henrik Ibsen.

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