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Psicólogos de la Universidad de Carolina del Norte, en Estados Unidos, llevaron a cabo una investigación muy reveladora. Las personas objeto de estudio fueron monjas. ¿Por qué monjas? Porque todas ellas tienen un estilo de vida similar en cuestión de alimentación, rutinas, preocupaciones y dificultades. Como parte del estudio se analizó un escrito que 180 de esas monjas habían hecho en 1930, a solicitud de la madre superiora. Se trataba de una reseña biográfica en la que debían expresar las razones por las que habían entrado al convento. Todas dieron rienda suelta a sus emociones en ese escrito y, tras un exhaustivo análisis, los investigadores descubrieron que había una relación directa entre la longevidad de aquellas mujeres y la transmisión de palabras y emociones positivas.
Las monjas que habían usado más palabras positivas y optimistas vivieron una media de siete a nueve años más que las que transmitían emociones en su mayoría negativas o poco entusiastas. Por ejemplo, una de las mujeres más longevas había escrito: "Dios dio inicio a mi vida entregándome la gracia, que es de inestimable valor para mí. El año pasado, mientras era candidata para ingresar en esta institución, fui muy feliz, y ahora espero con gran gozo recibir los hábitos para iniciar una vida de unión con Dios".*
Los investigadores concluyeron que la alegría, el optimismo, el gozo y la expresión de ese tipo de emociones por medio de palabras, tienen un claro efecto sobre la longevidad: alargan la vida. Básicamente, lo que vinieron a descubrir es que, como dice la Biblia, «nada hay mejor para el hombre que alegrarse y hacer el bien mientras viva» (Ecl. 3: 12, NVI).
«Buen remedio es el corazón alegre, pero el ánimo triste resta energías» (Prov. 17:22), y también resta años a la vida. Por eso, decidamos ser intencionales al respecto: elijamos el optimismo vital; elijamos expresar, en palabras y hechos, una visión gozosa de la vida. El impacto se sentirá no solo en nosotras, sino a nuestro alrededor.
Encuentra el gozo en tu día a día, aunque tengas retos, problemas y dificultades. ¿Cómo se logra? Martin Seligman nos lo dice: «La gente que tiene propósitos más grandes que su propia vida son más felices, a pesar de los problemas». ¿Qué te parece el propósito de honrar a Dios con tu optimismo vital?
«Los mejores doctores del mundo son el Dr. Alegría y el Dr. Tranquilidad». Jonathan Swift.
https://www.apa.org/pubs/journals/releases/psp805804.pdf, pág. 806 [consultado en marzo de 2022].