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Las Paradojas De Las Selfies

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«Es necesario que él crezca, y que yo disminuya» (Juan 3: 30, RV95).

Mi hermana Sila quería hacerle un regalo fotográfico a mi madre para su septuagésimo cumpleaños. Cuando me envió las fotografías que había seleccionado, sentí un nudo en el estómago. Eran de hace años, mucho antes de que existieran las selfies, y me horroricé al verme a mí misma en ellas. Le dije que no, ¡por favor noooo!, pero cuando colgamos el teléfono y las miré con más detenimiento, pensé: lo que proyecto se ajusta a la realidad de aquel momento. No me gustan porque son demasiado auténticas. ¿Por qué deseo esconder mi antigua autenticidad adolescente? Creo que porque me acostumbré a editar las fotografías que hago con el teléfono antes de enviarlas a alguien o de colgarlas en las redes, escondiendo mi cara más real (que a veces me resulta fea).

Hoy en día esto es lo más común en las redes sociales: controlamos la imagen que queremos proyectar, escondemos lo que no estamos dispuestas a que los demás vean de nosotras. Y, paradójicamente, queremos que lo artificial resulte auténtico. Aplicamos filtros, pero sin que parezca que nos esforzamos demasiado, sin que resulte poco creíble. Reconocemos así que la autenticidad es un valor importante, y no queremos parecer artificiales ni cuando retocamos artificialmente nuestras fotos. ¿Por qué hacemos esto? Porque buscamos aprobación. Queremos recibir muchos me gusta, pero quien los recibe no es la persona que somos en realidad, sino la que nos esforzamos en proyectar (lo que queremos que piensen que somos). Perdemos en el camino la vulnerabilidad, que es el rasgo humano que nos permite conectar. Queriendo llegar a otros, paradójicamente, nos alejamos.

¿Qué filtros usas en las imágenes de ti que proyectas en tus redes sociales? ¿Publicas fotos para impresionar o manipular la opinión ajena? ¿Estás buscando aprobación y para lograrlo crees que debes esconder tus inseguridades con la ayuda de filtros? Si es así, quiero que reflexionemos juntas en el hecho de que la inseguridad que sentimos no se arregla con una imagen perfecta, se supera con una transformación diaria del corazón. Y eso sucede cuando acudimos a Jesús.

La belleza de un carácter cristiano se ve por fuera. ¿Te imaginas el poder de las redes si las imágenes y los textos que colgamos reflejaran a Jesús? Así como lo que importa en el septuagésimo cumpleaños de mi madre es exaltar a mi madre, lo que importa en nuestra vida es exaltar a Jesús.

«Las selfies parecen inofensivas, pero me pregunto si nuestra obsesión por ellas cambia la forma en que nos relacionamos unos con otros». Craig Groeschel.

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