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Mantén Los Pies En Alto

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«Si lo que esperamos es algo que todavía no vemos, tenemos que esperarlo sufriendo con firmeza» (Rom. 8: 25).

Mark McMinn* jugaba una vez con sus hijos a ver quién mantenía las piernas en alto más tiempo. Sus dos hijos varones se rindieron cuando empezaron a sentir dolor; Megan Anne, la pequeña, se quejaba, pero no bajaba las piernas. El mismo Mark se rindió antes que ella.

No aceptando la derrota ante una niña de siete años, Mark propuso que el ganador sería quien lo lograra tres veces. Sin embargo, sucedió lo mismo: Megan Anne, a pesar de quejarse, aguantaba más que su padre. «¿Cómo lo consigues?», le preguntó él. «Cuando entendí que para ganar tenía que saber soportar el dolor, fue fácil», dijo ella. Esa es la verdadera esperanza: encontrarle sentido al dolor.

Existe el concepto de que tener esperanza es ser optimistas de que las cosas van a mejorar o de que vamos a lograr lo que nos propusimos; pero ¿y si tenemos cáncer en fase cuatro, o cuidamos de un esposo que ha tenido un derrame, o nuestra madre murió de COVID? No hay razón para ser optimistas de que la situación va a mejorar (sabemos que no va a mejorar); ¿significa eso que no hay razón para la esperanza? De hecho, es ahí donde la esperanza tiene toda su razón de ser para el cristiano.

Para que haya resurrección tiene que haber muerte primero; la esperanza es eso que nos permite encontrarle sentido a la muerte, precedida del sufrimiento, sabiendo que no va a desaparecer. En Teología de la esperanza, Jürgen Moltman escribe: «Desde el inicio hasta el fin, y no simplemente como un epílogo, el cristianismo es esperanza, es mirar adelante y marchar hacia delante, por tanto, revolucionando y transformando también el presente».** Lo transforma porque, como le sucedió a Megan Anne, nos permite encontrarle un sentido al dolor.

El sufrimiento está garantizado, pero nuestra esperanza no se fundamenta en que las cosas mejoren aquí, sino en que Jesús llevó la cruz a sus espaldas hasta el Calvario. Él sabe adónde quiere guiarnos y, mediante la esperanza, nos va transformando en el camino. Por eso, mantén tus pies en alto, permite que la esperanza transforme tu manera de afrontar el dolor. Esa esperanza te mantendrá alejada del cinismo, de la hipocresía, de la frialdad del corazón y del deseo de darte por vencida.

«Esperanza no es lo mismo que optimismo; no es convicción de que algo saldrá bien, sino certeza de que tiene sentido, independientemente de cómo resulte». Vaclav Havel.

* The Science of Virtue (Grand Rapids, Michigan: Brazos Press, 2017), pp. 125-126.

** Citado en Teología bíblica, «Los últimos tiempos», https://teologiabiblica77.com/2020/09/22/losultimos-tiempos/.

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