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El 2 de octubre de 2006, Charles Carl Roberts irrumpió en una escuela amish de Pensilvania, Estados Unidos, con un arma en la mano y obligando a varias niñas a colocarse en línea contra la pizarra. Después, les disparó. Cuando oyó las sirenas de la policía acercarse al recinto escolar, decidió quitarse la vida. Cinco de las pequeñas murieron y otras más resultaron gravemente heridas.
Esta noticia conmocionó a Estados Unidos, pero otra, aunque mucho más discretamente, llegó a los medios justo un año después del terrible suceso. Para mí, esta segunda noticia, que no causó tanto revuelo, es más impactante aún que la primera. Verás, un año después de ese ataque sin sentido, se publicó que los amish de aquella pequeña comunidad, los familiares de las niñas que habían sido asesinadas, habían enviado a la esposa del asesino parte de los 4.3 millones de dólares que recibieron en donaciones. Respondiendo a este increíble gesto de perdón y reconciliación, los padres de Charles Carl Roberts invitaron a toda la comunidad amish local a una merienda en julio de 2007. Y cuando, el 16 de abril de 2007, sucedió una tragedia similar en la universidad Virgina Tech, estos amish viajaran hasta allí para consolar a los familiares de las víctimas. Solo ellos podían comprender por lo que estaban pasando, así que quién mejor para consolarlos.*
Que alguien sea capaz de perdonar de esa manera me parece tan increíble como maravilloso. Que una comunidad entera se una en un sentir común de perdón y reconciliación me deja fascinada y preguntándome qué puedo hacer yo para influir en mi propia comunidad de iglesia para que pensemos y actuemos igual. Que el dolor que experimentaron los familiares de las víctimas les haya dado ese tipo de sensibilidad tan especial es un aprendizaje para mí que no quisiera ver caer en el vacío.
«El perdón es un camino», dicen los amish. Aunque no borra el dolor, conduce a un destino más elevado: difundir el amor en lugar del odio, la reconciliación en lugar de la venganza. Sin duda un camino poco transitado.
Qué puedo añadir. Solo se me ocurre decir gracias. Gracias por esa lección de vida; gracias por la esperanza que me da saber que se puede, en la práctica, perdonar de esa manera; gracias por ese acto del corazón que conmueve el corazón.
"Lo que viene del corazón va al corazón". Jeremiah Borroughs.
«A Lesson of Forgiveness», ABC News, 2 de octubre de 2007, http://abcnews.go.com/GMA/ story?id=3678190&page=1 [consultado en septiembre de 2022].