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Es fácil preocuparse por lo físico, porque nuestro cuerpo lo vemos y nos damos cuenta si algo anda mal en él. Pero, ¿qué sucede con el cerebro? ¿Por qué no lo cuidamos tanto como el cuerpo? Por dos razones: porque no lo vemos y porque sabemos poco sobre cómo mantenerlo sano. Pero teniendo en cuenta que el cerebro participa en absolutamente todo lo que hacemos, merece la pena invertir en su salud, ¿no crees? Al fin y al cabo, nuestra libertad de conciencia y nuestra capacidad de tomar decisiones están condicionadas por una buena salud mental. ¿Qué se puede hacer, pues, para lograrla o mantenerla? El psiquiatra Daniel Amen* nos da la clave: potenciar lo que es bueno para él y evitar lo que es malo.
¿Qué es malo para el cerebro? Varias cosas: llevarse golpes en la cabeza (ya sabes, nunca pegues a tu hijo en la cabeza); tener obesidad (¿recuerdas el síndrome del dinosaurio?); dormir poco (según un estudio llevado a cabo en Minnesota, Estados Unidos, dormir poco tiene un 30% de incidencia sobre la depresión y el suicidio); consumir café, cafeína, alcohol, drogas y tabaco; sufrir estrés crónico; la falta de ejercicio; tener bajos niveles de hormonas y vitamina D; y relacionarse con personas tóxicas.
¿Qué es bueno para el cerebro? Beber agua (el cerebro es 70% agua, si no reponemos la que pierde, se deshidrata); ingerir grasas sanas y evitar consumir grasas que no son sanas; tomar Omega 3, Vitamina D y suplementos vitamínicos; equilibrar las calorías que ingerimos y las que gastamos (si ingerimos muchas menos de las que gastamos, privamos al cerebro de lo que necesita para funcionar, y la actividad mental consume muchas calorías; si ingerimos más de las que quemamos, vuelve el terrible síndrome del dinosaurio); vivir en un entorno limpio; aprender cosas nuevas todos los días (evita la pérdida de memoria); frenar los pensamientos negativos (así que no te creas todo lo que te pasa por la mente); meditar (y aquí yo incluyo orar, leer la Biblia, reflexionar; lejos de ser actividades pasivas son muy activas y buenas para la salud mental); relacionarse con personas positivas; y ser agradecida.
La Biblia dice: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente» (Luc. 10: 27). ¿Cómo voy a amarlo con toda mi mente si la tengo medio enferma?
«Los cerebros dirigen el mundo». Daniel Amen.
* Cambia tu cerebro, cambia tu vida (Málaga: Sirio, 2012).