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Hablábamos ayer de la dignidad, que es algo con lo que cada una de nosotras nacemos, porque Dios nos la ha concedido por creación y por redención. Otra cosa es que los demás sepan verlo y entenderlo de esa manera, y tratarnos en función de la dignidad que tenemos. Ese es un escalón más elevado en la escalera de las relaciones humanas; se llama respeto.
El respeto se aprende y se desarrolla, hasta que llegamos a valorar debidamente a todos por la dignidad que tienen. Y como primera lección para aprender respeto, me parecen excelentes los diez pasos recomendados por la Dra. Donna Hicks.* Son diez consejos prácticos para tratar a los demás de tal manera que puedan sentir que los respetamos porque valoramos su dignidad.
1. Acepta la identidad de cada quien. Acércate a cada persona sin considerarla inferior ni superior a ti; sencillamente es tu igual.
2. Sé inclusiva. Ayuda a otros a sentir que pertenecen.
3. Piensa en la seguridad. Condúcete de tal manera que la gente se sienta física y psicológicamente segura cuando están contigo.
4. Presta atención. Haz sentir a quien está contigo que le estás prestando tu atención indivisa.
5. Expresa palabras de reconocimiento. Valora los talentos, el buen trabajo o la ayuda que otro te ofrezca. Hazle ver que te das cuenta de la cantidad de pensamiento y esfuerzo que ha puesto en una acción.
6. Sé justa. Trata a todos de forma justa, aunque unos te puedan caer mejor que otros.
7. Concédeles el beneficio de la duda. Si sucede algo que hace sospechar de los motivos, trata a esa persona como digna de tu confianza. Si vas a pensar algo, que sea lo bueno. El tiempo y la intervención de Dios pondrán todo en su sitio.
8. Sé comprensiva. Haz sentir al otro que lo que piensa, importa.
9. Anima a los demás a ser autónomos e independientes.
10. Admite tus errores. Hazte responsable de tus hechos y de sus consecuencias.
Dirigiéndose a los maestros, Elena G. de White escribió: «Deben tener aquella verdadera cortesía cristiana que gana la confianza y el respeto» (Consejos para los maestros, cap. 9, p. 64). También se aplica a ti y a mí porque, en el sentido amplio de la palabra, somos maestras de la vida.
«Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas». Jean Jacques Rousseau.
* Dignity: Its Essential Role in Resolving Conflict (Yale University Press, 2011).