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Respeto Y Amor

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«Hagan ustedes con los demás como quieren que los demás hagan con ustedes» (Luc. 6:31).

El psiquiatra Bruce Perry* estaba en un aeropuerto, esperando a embarcar, cuando los responsables de su vuelo anunciaron un retraso. De pronto, se vio rodeado de gente frustrada, entre ellos un hombre de mediana edad, ropa carísima y reloj rolex en la muñeca. La furia de ese hombre era más que visible; especialmente para Perry, que estaba sentado a su lado.

Muy cerca, una niña de tres años lo exploraba todo. Durante las horas que duró la espera, los pasajeros se exasperaban más y más, mientras la pequeña seguía sonriendo y disfrutando. Cuando avisaron de un nuevo retraso, el hombre sentado junto a Perry se enfrentó a la responsable de la aerolínea, que se limitó a señalar la copiosa nieve que caía afuera. Más encolerizado aún, el hombre se sentó de nuevo y se puso a leer el periódico

Perry pensó: «Encaja con el prototipo de persona maleducada, que se cree con derecho a todo y trata mal a todo el mundo». Fue entonces cuando vio cómo la pequeña se acercaba a ese prototipo de hombre malo y rudo, le tocaba las rodillas y le sonreía. El hombre frunció el ceño y dobló el periódico, con lo que el Dr. Perry sintió que su cosmovisión se confirmaba: «Hasta con una niña es malo». La pequeña, sin embargo, creyó que aquel gesto era una invitación a jugar, así que le arrebató el periódico y golpeó al hombre con él. «Esto va a acabar fatal», pensó Perry. Pero estaba equivocado. El hombre sonrió a la pequeña y, la siguiente media hora, jugaron juntos. ¡Incluso se puso a cuatro patas, arrastrando su carísimo traje por el sucio suelo para convertirse en un caballito! La niña, que veía el mundo como un lugar de gente buena, esperaba que el desconocido fuera bueno, y recibió su recompensa.

Afirma el Dr. Perry que «nuestra visión interna del mundo se convierte en profecías autocumplidas; proyectamos lo que esperamos recibir, y eso nos ayuda a recibir lo que esperamos». Siendo así, ¿por qué no intentamos desarrollar una visión interna del mundo más acorde con la visión que el evangelio intenta darnos?

«Donde está el Espíritu del Señor hay libertad» (2 Cor. 3: 17). Libertad de prejuicios; libertad para ver al otro por lo que es: un ser humano que, para dar lo mejor de sí, necesita una conexión humana tierna, libre de juicios y llena de respeto y amor. Tratemos a todos así y esperemos mejores resultados.

«La conexión humana nos regula y nos recompensa». Bruce Perry.

* What happened to you (Nueva York: Flatiron Books, 2021), pp. 51-55.

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