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El humor bufonesco se utiliza, por ejemplo, a las cáscaras de banana como fuente de catástrofes físicas. Si un personaje animado se cae, su deceso suele ser por causa de esta fruta malgeniada. Solía preguntarme por qué los escritores y artistas pensaban que la cáscara de banana era tan peligrosa. Seguro podían encontrar un grupo alimentario más amenazante que explotar.
Una mañana, decidí probar el estereotipo y determinar yo misma, el peligro de la banana. Mi alumna Micayla había traído una banana para el almuerzo y estuvo dispuesta a sacrificar la cáscara para mi experimento. Ambas salimos a la vereda frente al colegio y tiramos la cáscara de banana en el cemento.
–Entonces… ¿salto sobre ella nomás? –me preguntó Micayla, con un poco de nervios.
–Creo que es la única forma de saber –respondí–. Pero ten cuidado, por favor.
Micayla saltó tímidamente sobre la cáscara de banana, sin efectos adversos; y empezó a dudar de que la cáscara de banana fuera una gran amenaza. Yo estaba de acuerdo, pero decidí probar yo misma la cáscara ahora aplastada.
Desde ese salto, me convertí en una firme creyente del riesgo de la cáscara de banana. Aunque no me lastimé, mi corazón latió como nunca antes cuando la cáscara resbaló debajo de mi pie. Ahora sé que el estereotipo de los caricaturistas es cierto.
Los cristianos deberíamos probar las doctrinas con mayor profundidad. Lucas habla muy bien de los hombres de Berea, que aceptaron nuevas verdades solo después de estudiar las Escrituras y probar las doctrinas ellos mismos. En lugar de depender de su disposición de escuchar los mensajes de gracia de Pablo, sopesaron cuidadosamente cada detalle con la Escritura y con oración.
Hoy en día, solemos escuchar verdades de boca de padres, profesores, pastores y amigos. Pero eso no sustituye el estudio bíblico personal guiado por el Espíritu Santo. Pablo dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”(2 Tim. 3:16, 17). Siempre podemos depender de la Biblia; esa verdad no falla.