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LAS BOTAS CON PUNTERA DE ACERO

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Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén (2 Timoteo 4:18).

Donald sacó las botas nuevas de la caja y las miró con cuidado. Había ahorrado dinero hasta que pudo comprarse las mejores botas de trabajo disponibles, que incluían una puntera de acero para proteger sus pies mientras trabajaba. Donald metió los pies en las botas y las amarró bien. Se sentían bastante cómodas. Se veían bien. Pero quería saber si las botas valían el dinero que había gastado. 

 

Salió fuera, y buscó algo que pudiera usar para probar la durabilidad de las botas. Revolvió entre las herramientas y, como no encontró nada lo suficientemente pesado, se dirigió a la construcción que había a media cuadra. Allí Donald encontró exactamente lo que necesitaba: un tubo de cemento de 200 kilos. Donald ubicó un pie debajo del tubo y lo arrastró de a poco hasta que logró que cayera sobre su bota. El impacto aplastó la bota, pero la puntera de acero protegió el pie de Donald, y no sufrió ningún daño. Buenas noticias: ¡las botas eran muy buenas! Malas noticias: Donald tuvo que pedir ayuda para cortar la bota y sacar el pie, y la bota quedó arruinada. 

 

Escuché al tío Donald reírse de esta anécdota durante muchos años, pero su mala decisión nunca dejó de sorprenderme. Merecía haber perdido un par de dedos del pie por hacer algo tan imprudente. Sin embargo, se suponía que las botas con puntera de acero lo protegerían, y así fue. 

 

Esta historia me recuerda a cada ser humano del mundo. Todos tomamos malas decisiones y merecemos lo peor, pero Dios prometió salvarnos. Incluso cuando nos equivocamos, podemos volver a Dios y pedirle que nos quite el castigo. ¡Y él lo hará! Dios nunca falló en cumplir sus promesas, y nunca lo hará. Puede protegernos de la terrible consecuencia del pecado: la muerte; y puede darnos la vida eterna para disfrutar con él.

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