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EL BOLSILLO DE UN ABRIGO

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Ustedes pensaron mal sobre mí, pero Dios lo encaminó para bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo (Génesis 50:20).

El invierno trae consigo los resfríos y un sinfín de narices que gotean. Por eso, cada temporada invernal tengo docenas de pañuelos descartables en los bolsillos de mi abrigo. Al final de la estación, cuando vacío los bolsillos, me preparo para lo peor, sabiendo que pueden haber quedado algunos pañuelos usados. Pero a veces, cuando meto la mano en el bolsillo para limpiarlo, saco un billete de cinco dólares, o incluso uno de diez, en lugar de un pañuelo sucio. ¡Qué buena sorpresa! 

 

Revisar un bolsillo olvidado trae todo tipo de sorpresas inesperadas, y nuestra vida también. Los billetes de cinco dólares entre pañuelos sucios son como las bendiciones sorpresa de Dios en momentos complicados. José, de jovencito, aprendió esto cuando sus hermanos lo vendieron a la esclavitud. Uno no esperaría que nada positivo salga como resultado de convertirse en esclavo. José enfrentó la traición de sus hermanos, acusaciones falsas de la esposa de su amo e ingratitud de otro prisionero. Su vida parecía empeorar con cada paso. Pero como sabemos, Dios usó a José para salvar a toda la nación de Egipto, e incluso a su familia. Tiempo después, les dijo a sus hermanos: “Ustedes pensaron mal sobre mí, pero Dios lo encaminó para bien...” (Gén. 50:20). Había recibido una bendición sorpresa. 

 

Nuestra vida, como el bolsillo de un abrigo, puede juntar experiencias sucias y desafortunadas, pero así como Dios obró para bien en la vida de José, puede regalarnos bendiciones inesperadas en cualquier circunstancia.

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