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Quien le puso nombre al aro de hula-hula tenía una visión distorsionada de la danza tropical. En realidad, usar este juguete no se asemeja en nada a un elegante isleño. La cadera tiene que moverse rápidamente mientras los brazos, casi en pánico, no deben entorpecer la trayectoria del aro. Si pudiera renombrar este juego popular, lo llamaría el “histérico aro en movimiento”.
Las personas tienen que moverse rápido cuando juegan con un histérico aro en movimiento; de lo contrario, el aro cae al suelo por falta de movimiento. A los niños les encanta el desafío de moverse lo suficientemente rápido para evitar que el aro se deslice hasta el suelo.
En nuestra vida también necesitamos permanecer en movimiento, especialmente en nuestro caminar espiritual con Dios. Incluso cuando tenemos ganas de darnos por vencidos, debemos continuar. No podemos dejar que nuestra relación con Dios se vuelva ociosa y desaparezca entre las actividades de nuestra rutina diaria. Debemos seguir avanzando en Cristo.
Pablo, que había experimentado ceguera, encarcelamiento, naufragio y más dificultades, sabía que no podía permitir que sus problemas obstaculizaran el avance. Él dijo: “... Sino que prosigo, por ver si logro asir aquello, para lo cual fui también asido por Cristo Jesús” (Fil. 3:12). Como Pablo, ¡tenemos que seguir en movimiento! Aunque estemos cansados o nos sintamos desanimados, nada mejor que movernos rápidamente hacia el premio que Dios tiene para nosotros.