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UNA ROTULADORA

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Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21:5).

De niña, jugué con muchos de los juguetes típicos que usan los niños. Tenía una casa de muñecas y un horno en miniatura. Tenía una bicicleta y un patinete. Pero una de las cosas con las que más me gustaba jugar probablemente no aparezca en la lista de deseos de muchos: una rotuladora. 

 

Una rotuladora parecía lo más cercano a una máquina de escribir propia. Podía dejarles mensajes a mis familiares cuando quería, y poner etiquetas era más fácil que nunca. Con mi rotuladora de mano, podía etiquetar cada mueble de la casa si quería. 

 

Los adultos también usan rotuladoras, pero generalmente para etiquetar cajas o canastas organizadoras. Las etiquetas nos ayudan a identificar qué contiene una caja. Las rotuladoras pueden ser útiles, pero debemos recordar no usarlas para las personas. Por supuesto, no usaríamos una rotuladora para poner una etiqueta en la frente de alguien y declararlos “presumido”, “tonto”, “egoísta” o “torpe”. Pero a menudo formamos estas etiquetes mentalmente, y nos olvidamos de que Dios ve a las personas de otro modo. 

 

Si Dios tuviera una rotuladora, podría etiquetarnos a nosotros; pero todas las etiquetas dirían lo mismo: “Hijo mío”. Eso es algo que nunca cambiará. Dios puede tomar una persona egoísta y hacerla un misionero para él. Puede tomar una persona tímida y hacerla predicar. En lugar de etiquetarnos unos a otros con nuestras características personales, debemos vernos unos a otros como Dios nos ve: como hijos del Rey.

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